Revista de Artes y Humanidades UNICA
Volumen 23 Nº48 / Enero-Junio 2022, pp.12-31
Universidad Católica Cecilio Acosta Maracaibo - Venezuela
ISSN: 1317-102X e ISSN: 2542-3460
Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional (CC BY-NC-SA 4.0)
https://creativecommons.org/licenses/by-nc-sa/4.0/
LA OBRA DE JULIO ÁRRAGA: ¿REALISMO VERSUS IMPRESIONISMO?
RODRÍGUEZ DÍAZ, Ana Aurora
Universidad Católica Cecilio Acosta
Facultad de Filosofía y Teología
Maracaibo - Venezuela
anaauroradiaz@gmail.com
Resumen
En este trabajo se analiza la obra del pintor zuliano Julio Árraga, la cual es considerada
como una interesante representación de los aspectos más destacados de la cultura y la
sociedad marabina de finales del siglo XIX y principios del XX. Para ello se parte del
contexto histórico y luego se aplican a la obra de arte las siguientes categorías del
filósofo francés Paul Ricoeur: identidad narrativa, utilizada para determinar la identidad
cultural en Maracaibo, se empleatambién el concepto de mímesis para establecer de
qué manera se logra conocer esa identidad gracias a la experiencia estética que nos
ofrece dicha obra de arte.
Palabras clave: identidad narrativa, mímesis, huella, Julio Árraga, identidad cultural
zuliana, experiencia estética.
Recibido: noviembre 2021 Aceptado: marzo 2022
The Work of Julio Árraga: ¿Realism versus Impressionism?
Abstract
This paper analyzes the work of the Zulian painter Julio Árraga, which is considered as
an interesting representation of the most outstanding aspects of the culture and society
of Maracaibo in the late nineteenth and early twentieth centuries. To do so, we start
from the historical context and then apply to the work of art the following categories of
the French philosopher Paul Ricoeur: narrative identity, used to determine the cultural
identity in Maracaibo, the concept of mimesis will also be used to establish how this
identity can be known thanks to the aesthetic experience offered by this work of art.
Keywords: narrative identity, mimesis, footprint, Julio Árraga, Zulian cultural identity,
aesthetic experience.
DOI: https://doi.org/10.5281/zenodo.7443908
Rodríguez Díaz, Ana A. La obra de Julio Árraga: ¿Reaismo versus Impresionismo?
Revista de Artes y Humanidades UNICA 13
I. Vida y obra de Árraga
Julio César Árraga Morales, nacen Maracaibo el 31 de Julio de 1872 en una
casa de la calle Independencia, parroquia Santa Bárbara, hijo de María Concepción
Morales y de José Rosario Árraga, un carpintero de quien aprendió el oficio y recibió
sus primeras lecciones de dibujo y la talla en madera. En 1884 su padre lo inscribe en la
Escuela Normal de Dibujo de Maracaibo fundada en 1881 por el ejecutivo regional, y
que dirigiera el pintor italiano Luis Bincinetti y también recibe clases con el pintor-
arquitecto Manuel Soto; allí conoce al también pintor Manuel Ángel Puchi Fonseca con
quien mantendría hasta el final de su vida una profunda amistad.
Desde muy temprana edad Árraga comienza a cosechar éxitos en la pintura. Con
lo once años de edad participa en la Exposición Centenaria de 1883 realizada en
Caracas en la cual interviene con unos creyones. Luego, en 1888, en la Celebración de
la Exposición de Productos Regionales del Zulia expone sus primeros cuadros al óleo.
En 1886 termina sus estudios de pintura y es nombrado profesor de la escuela
con sólo catorce años de edad. Por esos años se gradúa de bachiller y por instancias de
su padre estudia medicina; se sabe que era un buen estudiante, pero sólo estudió cuatro
años para luego dedicarse de lleno a la pintura. La muerte de su padre, aunada al éxito
que había tenido en los salones de arte que se realizaban en la ciudad, probablemente
tuvieron influencia en su decisión.
s tarde, en 1893, obtiene el premio del concurso abierto por la sociedad
constructora del trono de la Virgen de Chiquinquirá, para elegir el mejor diseño. El
jurado, presidido por el padre Castor Silva, profesor de dibujo del Colegio Nacional, lo
selecciona entre cinco aspirantes y así Árraga es encargado de dirigir la obra y además
talla él mismo los ángeles del frontis. El trono estuvo listo en el lapso de un año.
En ese mismo año Árraga pinta su primera obra por encargo considerada de
importancia por Juan Calzadilla: Bolívar en San Mateo (Calzadilla, 1972: 12). Luego,
en 1895, en el marco de la Exposición con motivo del centenario del Gran Mariscal de
Ayacucho, Árraga expone entre otros su cuadro histórico Una Conquista -cuadro muy
reseñado, pero cuyo paradero se desconoce en la actualidad- por el que gana una de las
Rodríguez Díaz, Ana A. La obra de Julio Árraga: ¿Reaismo versus Impresionismo?
14 Revista de Artes y Humanidades UNICA. Volumen 23, Nº48 / Enero-Junio 2022, pp. 12-31
Universidad Católica Cecilio Acosta Maracaibo Venezuela ISSN: 1317-102X e ISSN: 2542-3460
medallas de oro. Gracias a este triunfo el gobierno regional, a cargo del presidente Jesús
Muñoz Tébar –a quien Árraga se refiere como “nuestro protector”, en el diario de su
viaje que reproduce en su libro Juan Calzadilla, (Calzadilla, 1972: 17).- acuerda con
fecha 5 de Julio de 1896, otorgarles una beca de estudios a Árraga y a Puchi, quienes
partieron hacia Italia el 28 de Julio de 1896 y regresaron el 3 de Septiembre de 1897.
Aunque su beca se extendió por un año más, ha sido difícil determinar exactamente qué
los motivó a regresar a pesar de contar con ayuda por otro año más.
Es necesario agregar que con este viaje se rompe con la tradición. Como dice
Juan Calzadilla, lo común era que los pintores venezolanos que iban a estudiar en el
exterior lo hicieran en Francia, como Tovar y Tovar, Michelena, Rojas, y Federico
Brandt, entre otros. Se puede decir que este viaje de Árraga representó la oportunidad de
avanzar en la pintura; si bien ya era un pintor destacado antes de su viaje, en Maracaibo
no existían las oportunidades necesarias para que avanzara. Como expresa Calzadilla, el
horizonte de un pintor que había logrado todos los premios y que además ya había
adquirido todos los conocimientos que le podía proporcionar el medio, era muy estrecho
(Calzadilla, 1972: 12 -13).
Al regresar del viaje y con sólo veinticinco años se encargó de la dirección de la
Escuela de Dibujo por sólo algunos meses, ya que ésta fue clausurada. Esto lo condujo a
abrir su propio estudio, un gabinete en el cual se dedicaría a la enseñanza del dibujo, la
pintura y la escultura. Ese Gabinete de Pintura, como era conocido, se encontraba en la
calle Ciencias, residencia del pintor. A esta tarea se dedicó sin ninguna subvención del
Estado: lo que percibía por las clases, la venta de sus cuadros, y la realización de
retratos al creyón, eran su único sustento.
Durante estos años se dedicó principalmente a la docencia y aunque hizo
cuadros por encargo, sus ocupaciones no le permitieron dedicarse de lleno a la pintura.
En 1901 se celebra por última vez el salón anual con las obras de los alumnos de su
academia -el primero se había celebrado en 1898-.
Rodríguez Díaz, Ana A. La obra de Julio Árraga: ¿Reaismo versus Impresionismo?
Revista de Artes y Humanidades UNICA 15
En 1903 contrae matrimonio con María Dolores Zuleta (1884-1962), hija del
general Antonio Zuleta; de esta unión nacen seis hijos de los cuales en la actualidad
sobreviven dos.
En ese mismo año Hermágoras Chávez funda el Instituto Pestalozziano, Árraga
asume en él la cátedra de su especialidad y permanece al frente de ella durante el resto
de su vida.
En 1916 se funda, como anteriormente se mencionó, el Círculo Artístico del
Zulia del cual fue presidente, y a partir de esos años hay un cambio importante en su
estilo y en su temática, abandona el estilo realista y como veremos más en profundidad
en el siguiente punto; comienza a dedicarse al paisaje adoptando un estilo impresionista;
estos años además constituyen los más fecundos de su carrera. Los cuadros de este
período son los que precisamente se conservan en manos de su familia.
La muerte lo sorprendió el 18 de julio de 1928 mientras pintaba. Tenía 56 años.
Parafraseando a Calzadilla podemos decir que una injusticia histórica ha
convertido a Julio Árraga en un pintor de obra desconocida e ignorada y la razón no se
halla en el valor que pueda tener su obra, sino en el hecho de que Árraga haya vivido y
trabajado en la provincia de Venezuela. Como lo expone Calzadilla: “nuestra historia
pictórica en cierto modo ha sido reducida a la historia de lo que han hecho los pintores
en Caracas (Calzadilla, 1972: 5). O, como bien lo expresó Sergio Antillano,
refiriéndose a Michelena: “resulta bochornoso pensar que si Arturo Michelena, [...] no
hubiera decidido trasladarse a Caracas probablemente hubiera continuado siendo un
desconocido para la historia del arte” (Antillano, 1977: 61).
De acuerdo con quienes han estudiado la obra de Julio Árraga, ésta fue bastante
numerosa y de calidad variable, como la de cualquier artista con una obra tan extensa.
En la exposición realizada con motivo de celebrarse cien años de su nacimiento, llevada
a cabo en la Galería Banap -Banco Nacional de Ahorro y Préstamo-, se lograron reunir
ciento cuarenta y tres cuadros. Es una verdadera pena que se desconozca el paradero de
un gran número de sus obras, las cuales presumiblemente fueron llevadas al extranjero
por los ciudadanos alemanes que regresaron a su país al fin de la guerra. Las que
Rodríguez Díaz, Ana A. La obra de Julio Árraga: ¿Reaismo versus Impresionismo?
16 Revista de Artes y Humanidades UNICA. Volumen 23, Nº48 / Enero-Junio 2022, pp. 12-31
Universidad Católica Cecilio Acosta Maracaibo Venezuela ISSN: 1317-102X e ISSN: 2542-3460
permanecen en el país se encuentran bastante diseminadas entre sus descendientes y
algunos coleccionistas.
Como sabemos, Árraga recibió una educación académica de corte clásico, en la
Academia de Bellas Artes de Florencia y aunque no conoció la época de su mayor
apogeo, es indiscutible que conoció las obras de los más grandes artistas de la pintura y
la escultura recogidos en la gran colección que se halla en la Galería de la Academia (la
cual fue fundada por los Médicis). Esta sería la causa de ese academicismo que lo
caracterizó en sus pinturas más reconocidas como La Cosecha del Dividivi y La Caída
de la Nieve. También se interesó por la narración histórica tan en boga y conocida en
Venezuela gracias a Tovar, Michelena y Rojas, cuyos trabajos seguramente conoció: en
estas obras sigue la misma línea de estos grandes nombres, con un estilo realista
característico de finales del siglo XIX.
II. Los estilos ¿realismo versus impresionismo?
Con respecto a su estilo, resulta muy difícil dividir su trabajo en etapas, si bien
Roberto J. Maggiolo reconoce tres: una neoclásica que obedece a su educación en
Florencia y culmina con la Caída de la Nieve, otra que se caracteriza por la narración
histórica y el tema religioso y, por último, la impresionista. Pero es difícil hablar de
etapas como si fueran momentos superados ya por el artista; como sabemos, cuando ya
había iniciado su tendencia impresionista pintó también cuadros realistas, e históricos,
como la Muerte del Negro Primero pintada en 1925, la cual se halla en el Museo
Urdaneta de Maracaibo. Esto nos indica que no es fácil delimitar su carrera en etapas.
Comienza a pintar en ese estilo “impresionista” aproximadamente en 1908-1910,
con el cual se aparta “de toda intención académica” (Calzadilla, 1977: 61). La Cosecha
del Dividivi, fue pintado en 1914 así como otros cuadros con tendencia al realismo que
fueron realizados mucho después de haber comenzado una tendencia impresionista.
Pintó además retratos, cuadros costumbristas y por supuesto paisajes, cuyo motivo
principal eran el Lago y el puerto, así como también las calles de Maracaibo, sus casas y
edificios. También se encuentran entre sus paisajes algunos de los Andes, pintados
durante dos giras que realizó en 1918 y en 1920.
Rodríguez Díaz, Ana A. La obra de Julio Árraga: ¿Reaismo versus Impresionismo?
Revista de Artes y Humanidades UNICA 17
En atención a esa dificultad, seguiré la misma clasificación que hace Calzadilla
cuando habla de estilos realistas e impresionistas. El primero obedecía a la educación
clásica que recibió en Italia: eran cuadros que se destacaban por su intención realista y
por tratar de describir hechos históricos o religiosos. Estos cuadros, como la Caída de la
Nieve, La Campos y Bolívar en San Mateo, le generaron gran éxito entre la población y
eran obras que calaban muy bien en el gusto del público zuliano de la época. ya que,
como dice Calzadilla: “con el realismo el arte cumplía un cierto papel en la sociedad
como medio en el cual encontraban expresión los ideales y valores en que creía el
público” (Calzadilla, 1972: 64). Gracias a estas obras Julio Árraga ganó reputación en el
medio artístico regional junto a Manuel Puchi y Pedro Villasmil.
Además del éxito que disfrutó a su regreso de Italia y con sus exposiciones, esas
últimas décadas del siglo XIX fueron de mucho estímulo para el mundo de las artes en
general. El centenario de Urdaneta (1888), el de Bolívar (1883), el del Gran Mariscal de
Ayacucho (1895), fueron celebraciones en cuyo marco se llevaron a cabo exposiciones
pictóricas, sumadas a las realizadas de 1898 a 1901 para celebrar el 5 de julio. El fin de
esos salones culminó definitivamente con la celebración del centenario del 19 de abril
de 1810, marcando así el fin de una época de apoyo a los artistas, que se había
inaugurado en Venezuela con el gobierno de Guzmán Blanco A los nuevos gobernantes
no les interesaba esto, se dejó de prestar ayuda estatal a los artistas así como también,
paulatinamente, se dejaron de realizar esos grandes salones que eran un incentivo para
los artistas.
De acuerdo con Calzadilla, la falta de estímulo de ese período post-guzmancista,
además de la difícil situación económica en que se encontraba Árraga, -el estado le
adeudaba la cancelación de 4970 pesos, por las clases que dictó en la Escuela de Artes y
Oficios a su regreso de Italia-, son las razones que le conducen a alejarse
paulatinamente de ese estilo realista para adoptar un estilo más orientado hacia el
impresionismo (Calzadilla, 1972: 26-30). Es difícil determinar a ciencia cierta si ésta
fue la única razón del cambio de estilo que experimentó, ya que si bien esto parece tener
una influencia en el mismo, otras razones estrictamente artísticas pudieron haber
influido en el cambio. Lo cierto es que, como se ha venido diciendo, termina por
adoptar un estilo más libre, basado en los principios del impresionismo, donde no se
Rodríguez Díaz, Ana A. La obra de Julio Árraga: ¿Reaismo versus Impresionismo?
18 Revista de Artes y Humanidades UNICA. Volumen 23, Nº48 / Enero-Junio 2022, pp. 12-31
Universidad Católica Cecilio Acosta Maracaibo Venezuela ISSN: 1317-102X e ISSN: 2542-3460
quería obtener una representación fiel de la realidad, sino que eran detalles o
impresiones de lugares de la ciudad, es decir, era una pintura al aire libre -au plein air-
y de rápida ejecución y con la técnica de empastado rápido. Es en este estilo en el cual
encontramos sus obras más auténticas y personales.
Es necesario acotar, que si bien Árraga conoce a Samys Mützner
1
, la influencia
que éste pudo haber tenido en el cambio de estilo es muy poca ya que Mützner llega a
Maracaibo en 1919, y Árraga comienza a pintar con ese estilo cerca de 1908-1910.
Independientemente que haya comenzado a pintar de esta manera por las razones
antes expuestas o no, lo cierto es que logró convertirse en un gran paisajista. Aun
cuando la intención de los impresionistas no es precisamente la de narrar algo, sino
simplemente captar el momento, muchas de sus obras son claro reflejo de cómo era el
ambiente dentro del puerto y el Lago de Maracaibo, durante su época de mayor
esplendor. En esos cuadros podemos encontrar las lavanderas, los pescadores, las
embarcaciones, los trabajadores del puerto descansando, gente bañándose, es decir
vemos cómo se relacionaba el hombre con el Lago de Maracaibo.
El movimiento impresionista nace en Francia y adquiere su nombre de un cuadro
de Monet llamado Impresion. El impresionismo consiste en captar el objeto en su
relación momentánea con la luz que baña al mismo; es un estilo suelto que se
caracteriza por el uso del color, su pintura es sobre la marcha y al aire libre y ellos no se
preocuparon por hacer un retrato fiel de la realidad sino de su impresión de la realidad.
Muchas de las obras de Árraga pueden considerarse impresionistas e incluso nos
recuerdan a Monet y a Pissarro. Calzadilla opina que, si bien su obra “puede ser ubicada
con alguna propiedad dentro de la modalidad impresionista” (Calzadilla, 1972: 82), en
algunas ocasiones tiende al expresionismo ya que en las mismas le otorga primacía al
1
Samys Mützner (1869-1958) de origen rumano, permaneció en Venezuela de 1915 a 1918, en nuestro
país, viajó por Caracas, Margarita, Carúpano y Maracaibo, tuvo influencia sobre los artistas Federico
Brandt, Manuel Cabré y Armando Reverón, entre otros. Con respecto a su obra Boulton expresa lo
siguiente: “Los cuadros de Mützner estaban hechos a base de un empaste muy rico, de pinceladas fuertes
y generosas, buscando más bien la mancha policromada que la precisión de las formas y del dibujo”
(Boulton, 1973: 275).
Rodríguez Díaz, Ana A. La obra de Julio Árraga: ¿Reaismo versus Impresionismo?
Revista de Artes y Humanidades UNICA 19
color sobre la captación de la luz. De hecho, Calzadilla va más allá cuando compara la
obra de Cabré con la de Árraga: expresa que en la obra del primero, se puede identificar
la luz de Caracas en el paisaje, así como en la obra de Reverón reconocemos la luz del
litoral de la Guaira, pero no en el de Árraga: “es difícil reconocer en un paisaje de
Árraga la luz de Maracaibo” dice (Calzadilla, 1972: 82). No obstante, si bien es cierto
que hace uso un poco reservado de la luz, en obras como La Cañada Morillo vemos
cómo está plasmada la luz del atardecer muy similar a la de Maracaibo, así como
también en la obra que me propongo analizar más a fondo, Al Amanecer, en la cual se
ve la luz de la mañana reflejada en los personajes principales y en el Lago.
Árraga es llamado “cronista de su tiempo” por Calzadilla y muchos otros que lo
consideran cronista de la ciudad, del puerto y del Lago. Pero es necesario aclarar que, si
bien algunos de los cuadros que aquí se analizan, no fueron pintados durante la llamada
época de oro, sin embargo, como dice Calzadilla representan una imagen de aquel
puerto que recibía a visitantes -y a nativos- que llegaban a Maracaibo, durante la última
década del siglo XIX (Calzadilla, 1972: 46-49). Sumado a esto creo que “...el espíritu de
una época no tiene una fecha precisa para concluir. Sus expresiones y personajes
continúan activos en un tiempo y en un escenario que ya les resulta un tanto ajenos”
(Palenzuela, 1994: 170).
III. El Lago de Maracaibo y la ciudad en la pintura de Árraga.
Así como el Ávila es el motivo emblemático de la obra de Cabré, Árraga es
reconocido como el artista del Lago de Maracaibo. En esas escenas del puerto y del
Lago se encuentra representada lo que constituye la figura principal, el emblema de la
ciudad. Pero en la obra de Árraga encontramos algo más: no vemos un cuadro que
intenta ser una reproducción de la realidad, sino que está expresada la relación del
hombre con el Lago. Observamos encuentros humanos, que giraban en torno al
comercio, el disfrute, así como las tareas diarias de las lavanderas. En sus obras logró
representar el movimiento, el ritmo de trabajo, los barcos anclados o en reparación,
durante distintos momentos del día en el puerto.
Gracias a ese estilo au plein air, típico del impresionismo, se podría decir que no
realiza una mera copia de la realidad si no que nos la mostró vista a través de sus ojos.
Además, no es como el Ávila de Cabré o como el litoral de Reverón, en el cual pocas
Rodríguez Díaz, Ana A. La obra de Julio Árraga: ¿Reaismo versus Impresionismo?
20 Revista de Artes y Humanidades UNICA. Volumen 23, Nº48 / Enero-Junio 2022, pp. 12-31
Universidad Católica Cecilio Acosta Maracaibo Venezuela ISSN: 1317-102X e ISSN: 2542-3460
veces encontramos el referente humano, en la obra de Árraga casi siempre se destaca la
actividad humana del Lago y el puerto. Tampoco el paisaje es un referente histórico,
como en la obra de narración histórica de Michelena o Tovar, ahora el paisaje es marco
de lo cotidiano, él logró darle un nuevo sentido al paisaje en su obra.
Mucho se ha repetido que el Lago es fuente de inspiración de poetas y pintores y
esto es precisamente porque la ciudad gira y vive en torno a él. De hecho, la ciudad
crece y se desarrolla gracias a la ubicación estratégica del puerto y gracias a lo que
Germán Cardozo llama “el circuito agroexportador, es decir, “el elemento estructurante
básico de la unidad de la región histórica marabina” (Cardozo, 1998: 141). La
formación y desarrollo de dicho circuito agroexportador -e importador-, sencillamente
no habría sido posible sin la ubicación estratégica que poseía el Lago de Maracaibo,
cuyo principal rubro lo representaba el café. En el Lago encontramos el símbolo de la
ciudad, aquello que la representa.
A partir del año 1910 vemos como el tema de la playa es predominante en la
obra de Árraga, y con él surgen los temas infantiles, niños jugando, entremezclados con
escenas de pescadores, lavanderas, y astilleros. Continúa su interés por las luces del
amanecer y el ocaso, quizás por ser las horas de más movimiento en el puerto y en el
Lago. Podemos ver que en algunas de esas escenas, sobre todo en las del ocaso, la luz
ilumina la composición de manera brusca.
En casi todos los paisajes cuyo motivo principal es el Lago, el artista recure a las
representaciones humanas. Es por ello que podemos decir que sus cuadros poseen una
referencia temporal y social, lo que les otorga un carácter particular en el cual están
plasmadas las características políticas y particulares de la región.
En sus cuadros de los Andes venezolanos Árraga renuncia casi por completo a la
representación de figuras humanas y, cuando aparece alguna, éstas están integradas en
el paisaje casi imperceptiblemente: el cuadro es más sobre el paisaje que sobre lo
humano y esto quizás ilustre su deseo de sumergirse en la vivencia de la naturaleza. En
Rodríguez Díaz, Ana A. La obra de Julio Árraga: ¿Reaismo versus Impresionismo?
Revista de Artes y Humanidades UNICA 21
cambio, en sus cuadros del Lago y el puerto, el aspecto humano y el aspecto natural,
están íntimamente relacionados.
Si bien sus cuadros expresan su relación personal con la naturaleza, muchos de
ellos trasmiten la conciliación armónica del paisaje y del progreso técnico. En cuadros
como son Bellezas que Fueron, En Reparación, y En el Varadero, el tema son las
embarcaciones en el astillero. Uno podría preguntarse qué llevó a Árraga a pintar un
tema que en apariencia no parece ser el más atractivo. En primer lugar estos cuadros
muestran el proceso de reparación de diferentes barcos, e indirectamente un medio de
relación del hombre con el Lago, los barcos son el medio de relacionarse con el exterior,
de navegar las aguas del Lago, pero estas embarcaciones que aparecen aquí en
diferentes etapas de su proceso de reparación, parecen recordarnos que la relación
hombre-lago no era siempre una relación armónica.
Ellas aluden a un aspecto más sombrío de la naturaleza, a los peligros que
implicaba atravesar La Barra y que describe José Ramón pez en El Zulia Ilustrado,
así como también lo hace Anton Goering cuando describe el riesgo de atravesar los
bancos de arena que la forman: “...pasajeros y tripulación nos vimos obligados a
abandonar la nave que nos llevaba, y a los pocos días ya la habían hecho astillas las olas
impetuosas”. Sólo los vapores pequeños eran considerados seguros (Yépez, 1980: 221;
Goering, 1980: 86).
Quizás los cuadros antes mencionados sean un recordatorio de ello, de que si
bien era algo necesario para el comercio, el desarrollo de la ciudad y de la vida, cruzar
el estrecho o, como mejor se le conoce, La Barra, representaba un gran riesgo. Por muy
armónica que fuera la relación entre ambos, la naturaleza siempre es más poderosa que
el hombre. El Lago podía ser venerado y observado con admiración pero también era
respetado y temido.
Otro hermoso cuadro que representa en este caso la navegación de las aguas del
Lago lo constituye Velas Doradas. Existen varios cuadros que tienen como tema la
navegación, pero éste es uno de los más hermosos y demuestra la belleza que existe en
esa ya mencionada armonía entre la navegación y el progreso económico de la ciudad,
así como de la relación entre el hombre y la naturaleza. Gracias al color amarillo y
Rodríguez Díaz, Ana A. La obra de Julio Árraga: ¿Reaismo versus Impresionismo?
22 Revista de Artes y Humanidades UNICA. Volumen 23, Nº48 / Enero-Junio 2022, pp. 12-31
Universidad Católica Cecilio Acosta Maracaibo Venezuela ISSN: 1317-102X e ISSN: 2542-3460
dorado predominantes, es un cuadro que resulta cálido, estimulante y alegre, pero que a
la vez refleja tranquilidad. En él se capta muy bien la atmósfera de la mañana.
A Árraga le gustaba representar a las personas en sus labores cotidianas,
temática que le comenzó a interesar desde La Cosecha del Dividivi, uno de los cuadros
que más impresión causó en el público de la época. Es precisamente la representación
que hace de la gente común lo que hace pensar en que su interés no era sólo el paisaje o
el paisaje lacustre, también era la anécdota y la historia de aquellos personajes: los
obreros del puerto descansando, tema que podemos ver en cuadros como En la Espera
(1926) y Mirando el Horizonte (1920) o los cargadores de puerto en plena faena, como
en Cargando Paja (1917) o Paisaje del Lago -s/f-, los niños jugando a orillas del lago,
así como también las lavanderas, en el cuadro homónimo (1927). Árraga era
evidentemente un pintor que se interesó por la temática costumbrista y esto le otorga a
su pintura ciertas connotaciones sociales.
III.1 Análisis de “Al amanecer”.
Ficha técnica de la obra
Título: Al amanecer
Fecha: 1920
Técnica: Óleo sobre cartón
Medidas: 0.24 x 0.33 cms.
Colección privada.
Con el cuadro Al amanecer (1920), Árraga sigue insistiendo en los temas
costumbristas y lacustres. En él, se refleja la salida del sol, el amanecer, que es como se
dijo muy apreciado por el pintor, por lo que podemos observar fuertes contrastes de luz
y de sombra. En una ejecución que es abocetada, sobre todo en lo que respecta a los
rasgos faciales de los pescadores, especialmente el que se halla más cerca en el cuadro,
Árraga los deja borrosos, así como las características físicas de la figura humana, cuyo
tratamiento es similar al del paisaje. Este tratamiento parece manifestar la conjunción
hombre/naturaleza, la idea de la unión del hombre con la naturaleza, a diferencia de la
del hombre como un ser superior a la naturaleza.
Rodríguez Díaz, Ana A. La obra de Julio Árraga: ¿Reaismo versus Impresionismo?
Revista de Artes y Humanidades UNICA 23
El recorrido visual de la obra comienza con los pescadores que se encuentran en
un primer plano a la derecha y nos va conduciendo gracias al punto de fuga hacia el
centro de la obra; a la izquierda observamos un personaje que va caminando hacia un
gran grupo de gente que se encuentra bajo lo que reconocemos como el antiguo puerto.
A la derecha observamos una edificación que corresponde al antiguo depósito de sal, en
donde se aprecia cierto movimiento de personas y a la izquierda observamos una parte
de lo que parece ser el edificio de la aduana y una parte del malecón de cabotaje.
Se analizarán los elementos primarios, el uso del color, línea, textura, y valor.
Vemos que en la obra existe un juego de matices y con respecto al valor como concepto
de representación gráfica, en los dos personajes principales de la obra observamos
contraste a nivel de color -colores fríos y colores cálidos- lo que le da una sensación de
balance a nivel de color.
La composición logra disponer los objetos de manera que ninguno nos sea
indiferente y eso se logra por la tensión
2
. En esta obra, si dividimos el cuadro en dos
partes iguales mediante una línea vertical, advertimos que la mitad derecha está más
llena gracias a los pescadores en un primer plano y que la izquierda está más vacía, sólo
en un segundo plano se ve una muchedumbre.
Si utilizamos las categorías de Kandinsky, si dividimos lo que él llama plano
básico -o el soporte de la obra de arte- con ejes transversales y horizontales,
distinguimos que el peso visual se halla en las dos figuras principales de los pescadores,
ubicadas en la esquina inferior derecha. Esa es la zona que intuitivamente percibimos
como llena, donde se halla el peso visual. Como dijimos, el que la obra posea esa zona
pesada, no significa que la obra se halle desequilibrada.
En la composición del cuadro el elemento dominante lo representa el grupo de
pescadores que se encuentran en un primer plano. El equilibrio de la composición
depende -como en la de todo cuadro- de la posición de dicho elemento dominante con
2
Este fenómeno llamado tensión se explica de la siguiente manera: “la ruptura ocasionada por la
desigualdad de superficies y el afán de restablecimiento que provoca incitan al ojo a un vaivén que
arrastra poco a poco a todos los puntos en un juego de compensaciones simultáneas. La tensión tiene
como efecto activar el ojo y sensibilizar la obra” (Berger, 1976: 156-158).
Rodríguez Díaz, Ana A. La obra de Julio Árraga: ¿Reaismo versus Impresionismo?
24 Revista de Artes y Humanidades UNICA. Volumen 23, Nº48 / Enero-Junio 2022, pp. 12-31
Universidad Católica Cecilio Acosta Maracaibo Venezuela ISSN: 1317-102X e ISSN: 2542-3460
respecto al cuadro y a los otros elementos que aparecen en el mismo. En este caso, las
formas que aparecen en el plano del cuadro Al amanecer no parecen compensarse unas
con otras y ello produce una sensación de desequilibrio. Algunas veces, los artistas
hacen uso premeditado de este equilibrio inestable para lograr un efecto particular,
gracias a lo que muchos consideran una riesgosa organización del conjunto de la
pintura.
En todo cuadro se espera observar una simetría en la mitad horizontal superior e
inferior, y en la vertical de la izquierda con la derecha. Se pretende que exista una
correspondencia entre las partes que componen el plano; los clásicos consideraban el
equilibrio y la simetría como sinónimos: para que una obra se considerara equilibrada
debía haber simetría; por lo tanto, si hay asimetría habría desequilibrio. Pero en la
actualidad, si bien se reconoce que ambos términos están muy relacionados, también se
reconoce que no son la misma cosa: asimetría no significa necesariamente desequilibrio.
Las figuras, cuerpos o formas que se representan en el cuadro tienen un peso, el
cual corresponde a la presión ejercida por tal cuerpo sobre la base que le sirve de apoyo
debido a la fuerza de gravedad, fuerza que también tiene su función en la realidad del
cuadro -así como en el mundo real-. En el caso particular de Al amanecer la figura de
mayor peso corresponde a la de los pescadores, y esto tiene relación con lo que se habló
anteriormente acerca del equilibrio porque precisamente el equilibrio se podría definir
como una buena distribución del peso en el plano de la obra.
Sin embargo, dicho peso le otorga a la obra un dinamismo particular ya que a
diferencia de las composiciones estáticas, es decir, de aquellas obras que poseen una
simetría bilateral o equilibrio físico en la composición -equilibrio, que garantiza la
estabilidad de la obra-, aquellas composiciones en donde el fenómeno de tensión toma
el lugar del equilibrio, es decir que son asimétricas en su composición, se reconocen
precisamente por ese dinamismo, son composiciones dinámicas.
Al amanecer se puede definir entonces como una composición dinámica, debido
a su asimetría; producto, como ya se dijo, de la tensión, todo esto gracias al peso de las
Rodríguez Díaz, Ana A. La obra de Julio Árraga: ¿Reaismo versus Impresionismo?
Revista de Artes y Humanidades UNICA 25
figuras o personajes principales -los pescadores- que se ubican en el límite derecho y
que dirigen la mirada del espectador hacia dicho límite. El dinamismo también se
manifiesta por la perspectiva angular desde la cual el pintor parece haberla pintado.
Claro está, que este es un asunto mucho más complejo en el cual intervienen
muchos otros factores difíciles de identificar, por quienes no poseemos una elevada
formación artística y pictórica, lo cual implicaría un estudio que escapa a los objetivos
de este trabajo.
Con respecto a la composición, hay varios elementos que juegan un papel
determinante, como la forma, el valor, el color, la luz y las sombras -que se deben
colocar pensando en función de su relación con cada uno de los otros-. Pero
particularmente, es importante la colocación de las formas en el espacio. Al trazar
ciertas líneas por encima de las figuras se revela su esquema constructivo o
compositivo, como son: las líneas del puerto, las cañas y los hilos de los pescadores, la
posición que muestran los mismos, la relación de todos estos elementos da lugar a un
esquema constructivo de dirección diagonal, el cual también es dinámico.
Por otro lado, vemos que las figuras no están delineadas en negro, sino que están
formadas con el mismo color, son siluetas esbozadas a base de manchas de colores
mayoritariamente claros. Se respeta la anatomía de la figura, pero advertimos cómo está
formada por pinceladas gruesas que le otorgan una particular textura.
Como obra impresionista, el efecto de la luz se representa a nivel del color, es
decir, la luz está representada por el color. De hecho, la luz solar típica de Maracaibo al
amanecer aparece reflejada en la ropa, particularmente en los hombros y también en los
rostros de los personajes principales, con ese dorado característico. También en el
muelle, con esos reflejos amarillos que allí observamos y además en el agua aparecen
unos destellos que nos hacen pensar en la iluminación de un amanecer en ese momento
particular cuando el sol aparece con toda su intensidad.
También distinguimos en las figuras la sombra propia del objeto; los medios
tonos, o el color propio del objeto logrado con las pinceladas; las luces o las zonas más
luminosas o brillantes, representadas por el reflejo del sol, y las sombras proyectadas,
Rodríguez Díaz, Ana A. La obra de Julio Árraga: ¿Reaismo versus Impresionismo?
26 Revista de Artes y Humanidades UNICA. Volumen 23, Nº48 / Enero-Junio 2022, pp. 12-31
Universidad Católica Cecilio Acosta Maracaibo Venezuela ISSN: 1317-102X e ISSN: 2542-3460
que en este caso es un color sepia sobre el muelle. En la edificación del fondo vemos
manchas verdes que corresponden a la sombra propia. El color azul está planteado como
una proyección en dichas edificaciones, del reflejo del Lago.
La entrada de luz está representada en la mitad derecha -de manera lateral- y
concretada en la sombra de los personajes.
Gracias a la analogía de la gran masa de azul del cielo y el agua la sensación que
ofrece el cuadro es un tanto pasiva, pero el ocre o marrón del puerto, equilibra el
conjunto, rompiendo la sensación de monotonía. Árraga hace uso de empastes visibles y
también del principio aditivo o la llamada mezcla óptica, es decir que los colores o los
tonos no los consigue mediante la mezcla en la paleta, sino gracias a la yuxtaposición de
los colores o colocando pequeñas pinceladas de un color al lado del otro, que al ser
vistos a distancia se funden entre sí, lo que crea el efecto de que son un solo color. Esto
lo vemos en las edificaciones que aparecen al fondo de Al amanecer. Además, con esta
técnica crea las figuras humanas, por ejemplo, el juego de luces y sombras en los
pescadores. Otro ejemplo de esto lo constituye el llamado Autorretrato con Sombrero
pintado en el año de su muerte, 1928.
El paisaje representado en Al amanecer, corresponde a un paisaje que puede
definirse como paisaje urbano, en el cual reconocemos el antiguo depósito de sal y el
correspondiente a la aduana de Maracaibo, edificios de gran importancia para la
economía regional. En un primer plano vemos unos pescadores, y en un segundo plano
vemos una muchedumbre que acentúa la idea de una intensa actividad típica del puerto
y de la economía regional. No obstante, los pescadores por obra de su atuendo humilde,
nos producen una sensación de alejamiento o de separación, como mostrando la otra
cara de la moneda o la otra ciudad. Si bien la ciudad experimentó un importante
crecimiento económico, cultural, e intelectual, los problemas de pobreza eran evidentes,
estos pescadores bien podrían representar este hecho. Como vimos antes, coexistían dos
Maracaibo, una con un alto índice de pobreza, con calles polvorientas, y sin agua
potable y la otra, una ciudad rica, poderosa y culta. Ese desarrollo intelectual y
comercial a fin de cuentas estaba en manos de una minoría, éstas eran las dos realidades
Rodríguez Díaz, Ana A. La obra de Julio Árraga: ¿Reaismo versus Impresionismo?
Revista de Artes y Humanidades UNICA 27
de esa época. Con esto no quiero minimizar en ninguna forma el florecimiento de la
ciencia, las letras, las artes en el Zulia, que fue muy significativo en el marco de
ignorancia general que se encontraba Venezuela. Es evidente y ello se ha demostrado,
que esas últimas décadas del siglo XIX se destacaron por su desarrollo económico-
social; no en vano han sido llamadas las décadas fecundas, o las décadas de oro. Pero
hay que poner las cosas en perspectiva y aclarar que no todo fue ideal y que la ciudad
real tenía sus problemas.
Retomando el motivo de los pescadores, podríamos decir que aquí estos,
aparecen alejados de la multitud que está en un segundo plano. Los dos planos podrían
expresar dos formas diferentes de relación con el Lago. Los pescadores en el primer
plano expresarían una relación más inmediata, quizás su labor constituye su principal
fuente de alimento, así como, su fuente de ingresos. La multitud en un segundo plano
representa aquella minoría o élite que se beneficiaba del comercio, que hacían posible el
Lago y su puerto. Al mismo tiempo, los humildes pescadores nos transmiten una
sensación de tranquilidad, experimentamos una sensación de serenidad, de sutil quietud
gracias a su imagen que se destaca al contrastarla con la sensación de actividad febril
típica del puerto al amanecer; es gracias al bullicio y ajetreo del puerto, que en ese
segundo plano es sugerida, que el cuadro adquiere su dinamismo.
Al final ambos se beneficiaban de su relación con el Lago, tanto los pescadores
como los comerciantes, e incluso la ciudad, una ciudad que dependía del intercambio
comercial que atraía el puerto, así como también de los productos que gracias al
comercio del mismo se podían conseguir. La ciudad dependía así del Lago para su
desarrollo económico, la misma se fundó a orillas del Lago Coquivacoa y en torno a él
giraba la mayoría de los aspectos de la vida diaria del marabino.
Es por eso que se dice que el Lago y el marabino son inseparables, porque
históricamente la estrecha relación entre ambos, ese vínculo que los unía, es
precisamente lo que ha forjado su cultura, es lo que ayudó a forjar su identidad. No es
simplemente que el Lago forme parte de la identidad del marabino, de lo que se trata
aquí es de que el Lago representa simbólicamente la cultura de aquella época de oro,
como ha sido llamada; representa la identidad de una cultura que surgió y se desarrolló
en torno al Lago.
Rodríguez Díaz, Ana A. La obra de Julio Árraga: ¿Reaismo versus Impresionismo?
28 Revista de Artes y Humanidades UNICA. Volumen 23, Nº48 / Enero-Junio 2022, pp. 12-31
Universidad Católica Cecilio Acosta Maracaibo Venezuela ISSN: 1317-102X e ISSN: 2542-3460
No cabe duda que Árraga ha sabido captar un momento calmado, dentro del
ajetreo diario del puerto, el ambiente tranquilo producido por la labor de los pescadores,
demostrando así su interés por plasmar las dos caras de la vida en el puerto. Es bastante
interesante observar las diferentes posturas acerca del puerto la política de Guzmán y la
opinión en el Zulia de esa política, y cómo ambas modelaron la identidad cultural del
marabino, las dos posturas se relacionarán a la obra de Árraga.
Por otro lado, al relacionar el testimonio de Antón Goering un expedicionario de
origen alemán que visita Maracaibo a fines del siglo XIX y que hace una descripción
del puerto (que aparece en El Zulia Ilustrado) tenemos una idea de cuál era la imagen
que recibía al visitante extranjero a su llegada a la capital zuliana, al ver el Lago y el
puerto, y de que tanto es representativa de esa realidad la obra de Árraga.
En el muelle recibe el europeo la primera impresión de la vida y carácter de
una ciudad mercantil en un clima tropical. Multitud de hombres de color,
semi-desnudos, se ocupan en la descarga de los buques y en el embarque de
géneros del país [...] Por la mañana es cuando se observa mas movimiento,
porque entonces el mercado que se establece en la gran plaza que hay entre
la Aduana y el puerto reúne á multitud de gentes; pero mucho antes de
amanecer, ya se oye golpear á las lavanderas de color, metidas hasta las
rodillas en el agua, y que acaban con el dulce sueño matinal de las personas
que viven en las cercanías... (Goering, 1880: 86).
Es importante recordar que durante esa época de oro como las llama Cardozo o
décadas fecundas según Fernando Guerrero, existía una sensibilidad particular en torno
a lo que representaba el Lago de Maracaibo para los marabinos. Además, -como
analizamos anteriormente- el desarrollo material de la época le dio una nueva categoría
al Lago, el mismo se convirtió en un símbolo de la economía del puerto.
Es innegable la importancia que siempre tuvo el entorno natural,
principalmente el lago, sobre la población de Maracaibo y la influencia que
éste ejerció sobre la vida de la ciudad. Prácticamente todo giraba alrededor
de esa fuente, garantía de la riqueza económica de la región, inspiración de
poetas y literatos, lugar de esparcimiento, reservorio donde se surtía de agua
Rodríguez Díaz, Ana A. La obra de Julio Árraga: ¿Reaismo versus Impresionismo?
Revista de Artes y Humanidades UNICA 29
la gente, en fin, una ciudad volcada al lago, conectada a él en todos los
órdenes de su vida (Bermúdez, 2001: 212).
Gracias a este texto de Nilda Bermúdez podemos observar la importancia que
tenía el Lago en el imaginario zuliano de la época. ¿Pero que significaba realmente el
Lago de Maracaibo para los marabinos durante esas últimas décadas del siglo XIX?
Desde siempre el marabino se sintió identificado con su Lago, pero durante ese
período de rica producción intelectual, cuando los poetas, los artistas y en particular los
pintores lo convirtieron en su musa, se podría decir que el Lago apareció bajo una nueva
luz. Se podría decir que los artistas le brindaron al marabino la oportunidad de ver al
Lago con otros ojos: ya no era sólo una fuente de agua potable y para riego, una fuente
de esparcimiento, una vía de transporte y una fuente de alimentos, ahora el Lago era un
símbolo que identificaba a la ciudad, así como también un símbolo de la ciudad
próspera que estaba surgiendo en esos momentos.
Bastante se ha analizado la pintura de narración histórica, muy popular durante
el gobierno de Guzmán Blanco, así como su influencia en la creación de la noción de
Estado en el imaginario colectivo, y como representación simbólica de la nacionalidad.
Pero si la pintura de narración tuvo influencia en la creación de la identidad nacional,
las representaciones simbólicas que giran en torno al Lago parecen haber tenido
influencia en la creación o en el arraigo de ese particular regionalismo que caracteriza a
los marabinos.
Se podría decir que el arte -particularmente la pintura y la poesía-, fue lo que
ayudó a consolidar esa identificación que ya existía en el colectivo, entre el Lago y la
ciudad.
Referencias bibliográficas
ALEMÁN, C. y FERNÁNDEZ, F. (comp.) (2001) Los rostros de la identidad.
Fundación Bigott, Caracas.
ANTILLANO, S y FIGUEROA, H. (1977) Artistas del Zulia. Edilago, S.A., Maracaibo.
BELROSE, M. (1991) La Época del Modernismo en Venezuela. Monte Avila Editores
Latinoamericana, Caracas.
Rodríguez Díaz, Ana A. La obra de Julio Árraga: ¿Reaismo versus Impresionismo?
30 Revista de Artes y Humanidades UNICA. Volumen 23, Nº48 / Enero-Junio 2022, pp. 12-31
Universidad Católica Cecilio Acosta Maracaibo Venezuela ISSN: 1317-102X e ISSN: 2542-3460
BERGER, R. (1976) El Conocimiento de la Pintura. Editorial Noguer, S. A., Barcelona.
BERMÚDEZ, N. (2001) Vivir en Maracaibo en el Siglo XIX. Acervo Histórico del
Estado Zulia, Maracaibo.
BRICEÑO, R. (2001) “El orgullo y la vergüenza en Venezuela” en ALEMÁN, C. y
FERNÁNDEZ, F. (comp.) Los rostros de la identidad: pp. 259-270
BOULTON, A.(1973) Historia de la Pintura en Venezuela, Tomo II Época Nacional.
Segunda edición, Ernesto Armitano Editor, Caracas.
CARDOZO, G. (1991) Maracaibo y su Región Histórica El Circuito Agroexportador
1830-1860. Ediluz, Maracaibo.
-------------------. (1998) Historia Zuliana. Economía, política y vida intelectual en el
siglo XIX. Ediluz, Maracaibo.
CALZADILLA, P. (1997) “Apuntes sobre una sociedad desmemoriada” en Revista
Bigott, Nro. 41: 2-9, Fundación Bigott, Caracas.
CALZADILLA, J. (1972) Julio Árraga. Gráficas Armitano, C.A., Caracas.
COFRÉ, J. (1990) Filosoa de la Obra de Arte, Enfoque Fenomenológico. Editorial
Universitaria, Santiago de Chile.
ESTÉ, A. (2001) “La identidad como experiencia estética” en ALEMÁN, C. y
FERNÁNDEZ, F. (comp.) Los rostros de la identidad: pp. 527-537.
FLOYD, M. (1988) Guzmán Blanco. Ediciones. Centauro, Caracas.
GADAMER, G. (1984) Verdad y Método. Ediciones Sígueme, Salamanca.
GASPARINI, G. (1978) Caracas la Ciudad Colonial y Guzmancista. Gráficas
Armitano, C.A., Caracas.
GOERING, A. (1980) Cuadros de Venezuela” en LÓPEZ, E. (Editor) El Zulia
Ilustrado: pp. 86-89.
GUERRERO, F (1980) En la Ciudad y el Tiempo Tomo I. Segunda edición, Banco de
Maracaibo, Maracaibo.
GONZALES, B. y otros (comp.) (1995) Esplendores y miserias del siglo XIX. Cultura y
sociedad en América Latina. Monte Ávila Editores Latinoamericana, Caracas.
HERNÁNDEZ, L. y PARRA, J. (1999) Diccionario General del Zulia. BOD,
Maracaibo.
HEYMANN, E. (1999) La identidad cultural en reconsideración. Encuentros
filosóficos hacia el tercer milenio, Cuadernillo Nro. 22, Caracas.
HOSPERS, J. (1978) Estética Historia y Fundamentos. Ediciones Cátedra, Madrid.
Rodríguez Díaz, Ana A. La obra de Julio Árraga: ¿Reaismo versus Impresionismo?
Revista de Artes y Humanidades UNICA 31
LASARTE, J. (1995) “Tú no eres él”: Diversidad de las representaciones del otro en
GONZALES, B. y otros (comp.) Esplendores y miserias del siglo XIX. Cultura y sociedad en
América Latina: pp. 221-241.
LÓPEZ, E, (Editor) (1980) El Zulia Ilustrado. Fundación Belloso, Maracaibo.
LÓPEZ, E. (Editor) (1980) “Alumbrado eléctrico de Maracaibo”en El Zulia Ilustrado:
pp. 118.
MAGGIOLO, R. (1996) Historia de la Pintura en el Zulia, Tomo I. EDILUZ,
Maracaibo.
MEDRANO, J. (1980) “El Aguador” en PEZ, E. (Editor) El Zulia Ilustrado: pp.
242-244.
OCANDO, G. (1996) Historia del Zulia. Segunda edición. Editorial Arte, Caracas.
OLIVAR, J. Y RODRÍGUEZ, M. (1997) Los teléfonos y la luz eléctrica en Maracaibo.
Centro Zuliano de la Investigación Documental, Maracaibo.
ORTEGA, J, (1997) La deshumanización del arte y otros ensayos de estética. Editorial
Espasa Calpe, S.A. Madrid.
PEREDA, C. (1999) Crítica de la razón arrogante. Taurus, México.
PINO, E. (2001) “Venezuela sin el siglo XIX” en ALEMÁN, C. y FERNÁNDEZ, F.
(comp.) Los rostros de la identidad: pp. 159-166.
QUEVEDO, Y. (2000) “Identidad y autonomía: La opinión Pública en el Zulia durante
el guzmancismo (1880-1890)” Tesis de grado para optar al título de Magíster en Historia de
Venezuela. Universidad del Zulia, Maracaibo.
QUIJANO, E. (1998) Maracaibo a Fines del Siglo XIX: una ciudad dinamizada ante la
premura de las fechas patrias. Revista Dominios, Nro. 13-14: 85-108. Universidad Rafael María
Baralt, Maracaibo.
QUINTERO, I. (Coordinadora) (1994) Antonio Guzmán Blanco y su época. Monte
Ávila, Caracas.
PALENZUELA, J. (1994) “Bellas Artes en la segunda mitad del siglo XIX” en
QUINTERO, I. (Coordinadora) Antonio Guzmán Blanco y su época: pp. 155-172.
PORTILLO, J. (1997) Manuel Puchi Fonseca: Cuando el Arte se hace Pasión. Editorial
Arte, Caracas.
RICOEUR, P. (1995) Tiempo y Narración, Tomo I: Configuración del tiempo en el
relato histórico. Siglo XXI, México.
------------------ (19961) Tiempo y Narración, Tomo III: El tiempo narrado. Siglo XXI,
México.
------------------- (19962) Mismo Como Otro. Siglo XXI, México.
Rodríguez Díaz, Ana A. La obra de Julio Árraga: ¿Reaismo versus Impresionismo?
32 Revista de Artes y Humanidades UNICA. Volumen 23, Nº48 / Enero-Junio 2022, pp. 12-31
Universidad Católica Cecilio Acosta Maracaibo Venezuela ISSN: 1317-102X e ISSN: 2542-3460
ROMERO, M. (1998) Exposiciones Centenarias: Eventos Civilizadores. El Zulia en las
Exposiciones Centenarias de 1883 y 1888. Revista Dominios, Nro. 13-14: 59-84. Universidad
Rafael María Baralt, Maracaibo.
TATARKIEWICZ, W. (1997) Historia de seis ideas. Editorial Tecnos, Madrid.
VEZGA, J. (1980) “Alumbrado eléctrico de Maracaibo” en LÓPEZ, E. (Editor) El Zulia
Ilustrado: pp. 134-136.
V.V.A.A. (1985) Diccionario de las Artes Visuales en Venezuela Tomos I y II. Monte
Avila Editores, C. A., Caracas.
YÉPEZ, J. (1980) “La Barra de Maracaibo” en PEZ, E. (Editor) El Zulia Ilustrado: pp. 221-
222.