Andrade, Gabriel. ¿Debe España devolver el oro?
Revista de Artes y Humanidades UNICA 83
una teoría del derecho a la propiedad; tratar de justificar la depredación invocando los
aportes civilizatorios implica, paradójicamente, negar el mismo aporto civilizatorio de
Occidente.
Otros defensores del colonialismo español han señalado que España ya no tiene el
oro de América, y que su riqueza actual no procede de la depredación de épocas pasadas,
sino de su disciplina de trabajo y óptimo rendimiento económico en las décadas más
recientes. Ciertamente, España desperdició la riqueza extraída de América, en guerras con
otras potencias europeas. Pero, de nuevo, esto no la libera de responsabilidad para devolver
el oro. Un ladrón puede desperdiciar en una sola noche de apuestas, la riqueza adquirida
con sus crímenes. Pero, el hecho de que haya perdido el dinero no implica que no tenga la
responsabilidad de reponerlo a sus víctimas.
También los simpatizantes de España alegan que, así como España fue depredadora
del oro, fue asimismo víctima de la depredación de otros invasores. Antes de que los
conquistadores llegaran a América, los romanos, visigodos y moros saquearon muchas
riquezas de los habitantes originales de la Península Ibérica. Lo mismo hicieron luego los
franceses en el siglo XIX. Y, en fechas más recientes, Stalin se llevó el oro (literalmente)
español a Moscú, ¡de forma tal que los indigenistas deberían pedir a Rusia, y no a España,
la restitución del oro que originalmente venía de América!
De nuevo, todo esto es cierto, pero sigue sin liberar de responsabilidad a España. En
principio, España podría solicitar a Italia (por los romanos), a Alemania (por los visigodos),
a Marruecos (por los moros), a Francia y a Rusia la restitución de sus riquezas
(curiosamente, los españoles muy rara vez han achacado a otros países la culpa de sus
propios males, algo que los hispanoamericanos sí hacemos con demasiada facilidad). Y,
podría también legitimarse un endoso de la deuda, de forma tal que, en vista de que España
es acreedora de unos y deudoras de otros, la obligación de pagar a Hispanoamérica
reposaría sobre Italia, Alemania, Marruecos, Francia y Rusia. No obstante, hasta que este
endoso no se delinee bien, España sigue con su obligación.