Ramos, J. Consideraciones aristotélicas en torno al Bien Común
32 Revista de Artes y Humanidades UNICA, Volumen 25 Nº53 / Julio-Diciembre 2024, pp. 19-37
Universidad Católica Cecilio Acosta – Maracaibo – Venezuela. ISSN: 1317-102X / e - ISSN: 2542-3460
sobre todo en las formas de gobierno desviadas según el autor–, perturbando la prosperidad
del Estado mismo, por ello existen las leyes.
Y en esto los griegos hicieron gran innovación, ya que por la ley los hombres pueden
encaminarse bajo los preceptos de la virtud y la moral. Bajo esta perspectiva, Aristóteles
desea refundar esta concepción legal del Estado en pro del bienestar del mismo,
considerándolo primeramente inherente en la condición de animal racional del hombre:
“Pues así como el hombre perfecto es el mejor de los animales, así también, apartado de la
ley y de la justicia, es el peor de todos” (La Política, 1253a15). Es por esto que la ley es la
mejor de las soluciones según este autor, en primer lugar, porque el hombre al ser el primero
entre los animales es el último que vive sin las leyes, ya que por estas puede llevar su
comportamiento debidamente y medirse en sus acciones.
En segundo lugar, apoya esta teoría legal por su condición contingente; es decir, las
leyes son cambiantes y pueden ir evolucionando y mejorando para aplicarlas al Estado según
su contexto, así estas redunden en un mayor bienestar del Estado: “Pero la ley, al educar a
propósito a los magistrados, les encarga juzgar y administrar las demás cosas con el criterio
más justo. Y además, les permite rectificarla en lo que por experiencia, le parezca que es
mejor que lo establecido” (La Política, 1287a5). Y en tercer lugar, la ley lejos de ser abstracta
es una Virtud, ya que esta conlleva a que se lleve a cabo la justicia en el Estado: “La justicia,
en cambio, es un valor cívico, pues la justicia es el orden de la comunidad civil, y la virtud
de la justicia es el discernimiento de lo justo” (La Política, 1253a16).
También señala Aristóteles, que es preferible ser gobernado por leyes elaboradas por
un grupo de personas que sirvan a la ley –politeia–, antes que una persona –monarquía–, un
grupo minoritario –aristocracia–, o una gran números de personas ignorantes de este tema –
democracia–: “Por consiguiente, es preferible que mande la ley antes que uno cualquiera de
los ciudadanos, y por esa misma razón, aún si es mejor que gobiernen varios, estos deben ser
establecidos como guardianes y servidores de las leyes” (La Política, 1287a3-4).
Así pues, las leyes deben hacerse presentes en un Estado y velar por su debido
cumplimiento para el perfeccionamiento y prosperidad de este: “La ley, en efecto, es un cierto
orden, y la buena legislación es necesariamente una buena ordenación” (La Política, 1326a8).