Revista de Artes y Humanidades UNICA
Volumen 25 Nº53 / Julio-Diciembre 2024, pp. 19-37
Universidad Católica Cecilio Acosta Maracaibo - Venezuela
ISSN: 1317-102X e ISSN: 2542-3460
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Consideraciones aristotélicas en torno al Bien Común
1
RAMOS OROZCO, Jesús Francisco
ORCID: https://orcid.org/0000-0002-6584-2423
Universidad de los Lagos - sede Santiago de Chile
jesus.ramos@ulagos.cl / mjazona1@gmail.com
DOI: https://doi.org/10.5281/zenodo.14233151
Resumen
Este trabajo se propone esclarecer el fin último de la asociación política y/o del Estado
partiendo de su génesis en la antigua Grecia, específicamente a partir del pensamiento del
filósofo Aristóteles. El objeto central de esta investigación filosófica es analizar la
concepción aristotélica de bien común en la obra La Política. En primer lugar, se expondrán
las características esenciales acerca del bien común en el Estado; en segundo lugar, se
definirá la concepción de Estado según este antiguo pensador. En tercer lugar, se presentará
la importancia e implicaciones del bien común en el Estado bajo la referida perspectiva
aristotélica; y por último, se mostrará la vigencia del postulado aristotélico en la sociedad
contemporánea.
Palabras clave: Asociación política, Estado, Aristóteles, La Política, Bien Común.
Recibido: 27-04-2024 Aceptado: 18-07-2024
Aristotelian considerations on the Common Good
Abstract
This paper intends to clarify the ultimate goal of political association and / or the State
starting from its genesis in ancient Greece, specifically from the philosopher Aristotle. The
focus of this research is to analyze the philosophical conception of common good in
Aristotle’s Politics. First we will describe the characteristics of the common good in the State.
1
Versiones preliminares fueron presentadas en jornadas científicas y publicadas en sus respectivas memorias
de manera parcial. Por un lado, esto se divulgó en las IV Jornadas Nacionales II Internaciones del CICJPS
(Ramos 2015); por otro lado, en las II Jornadas de Reflexión Filosófica (Ramos 2016).
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Secondly the concept of State is defined according to this ancient thinker. In third plane it
will be presented the importance and implications of this common good in the State under an
Aristotelian perspective, and finally it will be showed the effects of Aristotelian postulate on
contemporary society.
Keywords: Political Association, State, Aristotle, Politics, Common Good.
1. Introducción
El hilo de reflexión filosófica acerca de la política es de suma importancia, mas no
podemos limitarnos a reflexionar simplemente en el sólo término política, ya que es una
expresión muy amplia, y muchas de las definiciones y características que suelen acuñarle a
esta son equívocas y a menudo tergiversan su sentido primario.
Política proviene del vocablo griego πολιτικά, el cual recoge el plural neutro griego
que algunos han traducido por los políticos, en el sentido de tratados, cuestiones o
investigaciones de política. Aristóteles comienza a utilizar este término en su obra Ética a
Nicómaco (1094a27, 1094b14), y emplea el término πολιτικέ, como la forma adjetiva que
implica los nombres ciencia y/o arte. Este término podría traducirse como tratados de temas
políticos, es decir, relacionados con la polis. Por ello, más allá de su significado etimológico,
cabría preguntarse ¿cuál es la esencia de la asociación política? ¿Cuál su sentido teleológico?
Y para ello debemos remontarnos a sus raíces en la antigua Grecia.
El estagirita se preocupó por conocer y dar cómo debía ser el estilo de vida que el
Estado procurara al ciudadano, pretendiendo a su vez colocar a esta asociación de individuos
El Estado como la cumbre de todos los bienes, en la que procure a los ciudadanos a él
sometidos el goce de la más perfecta felicidad: “el gobierno… se ejerce en interés de los
gobernados o por algún bien común” (La Política, 1278b7). Señaló que esta asociación debe
propiciar a los ciudadanos que en ella residan el bienestar o bien común.
Por ello, esta investigación tratará de problematizar, dilucidar y reflexionar acerca de
la concepción de bien común en el postulado aristotélico, esclareciendo a su vez, el sentido
primario de esta asociación de individuos y su importancia para la época y para la
contemporaneidad.
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2. Características del Bien Común en La Política
Dentro de la filosofía aristotélica, tanto La Política como la Ética vienen a conformar
la llamada filosofía de las cosas humanas del que hace mención el autor, ya que atiende a los
problemas de la praxis humana, desde el plano subjetivo e intersubjetivo. Por ello es menester
esclarecer las características esenciales del bien común desde la filosofía aristotélica.
Se tomarán dos características esenciales que el autor señala en la obra: En primer
lugar, se dilucidará acerca de las Formas de gobierno, pasando desde las más justas hasta las
menos justas, señalando puntualmente una por una. En segundo lugar, se presentará de forma
breve la perspectiva ética de esta concepción de bien común que el autor plasma en esta obra
filosófica, precisando la concepción ética del autor, y seguidamente señalando los aspectos
éticos primordiales en el Estado.
2.1 Formas de gobierno
Para Aristóteles era de suma importancia dentro de su concepción política el papel
que desempeñaban las cabezas de los regímenes políticos, y más aún los tipos de gobierno
que podrían haberse suscitado para la época, ya que estos podían ser estudiados, criticados y
analizados para llegar a ciertas consideraciones entre las cuales destacan las formas de
gobierno más apropiadas en las cuales se propiciasen el bienestar de la asociación política.
Y de acuerdo a los estudios que realizó de los gobiernos y de las constituciones de la
época, Aristóteles llegó a ciertas consideraciones, entre las cuales destacan las formas de
gobierno, desde las más justas hasta las menos justas:
“Puesto que régimen y gobierno significan lo mismo, y gobierno es
el elemento soberano de las ciudades, necesariamente será soberano
o uno sólo, o pocos, o la mayoría; cuando el uno o la minoría o la
mayoría gobiernan atendiendo al interés común, esos regímenes
serán necesariamente rectos; pero los que ejercen el mando
atendiendo al interés particular del uno o de la minoría o de la masa
son desviaciones.” (La Política, 1279a2).
Como bien lo señala el filósofo estagirita, los gobiernos que llevan mayormente a la
prosperidad son aquellos que atienden al bien común de la sociedad, en los que se dan un
mayor desenvolvimiento de la virtud colectiva; y todo lo contrario sucede en los gobiernos
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corruptos o injustos, los cuales atienden al bien personal antes que el colectivo.
Aboquémonos pues al estudio de las formas desviadas o corruptibles de estos tipos de
gobierno de los que hace referencia Aristóteles.
Se destaca en primer lugar, el gobierno justo regido por una sola persona llamado
Monarquía μοναρχία–: “De los gobiernos unipersonales solemos llamar monarquía a la que
mira al interés común” (La Política, 1279a3). El gobernante se caracteriza por ser virtuoso,
justo, sabio, el cual propicia el debido bienestar a la asociación de individuos que rige.
Sin embargo, este tipo de gobierno corre el riesgo de ser corrompido por el poder, ya
que el poder corrompe más fácilmente a uno sólo; de esto señala el filósofo: “…juzga mejor
muchas veces una multitud que un individuo cualquiera… Cuando un individuo está
dominado por la ira o por cualquier otra pasión semejante, necesariamente su juicio estará
corrompido” (La Política, 1286a7-8).
Por tanto, Aristóteles no aprueba este gobierno justo llevado por una persona, ya que
sabe que es algo irrealizable que el monarca no pueda corromperse con el poder y caer en la
tiranía τυραννίς–. De esto refiere el autor: “La tiranía es… una monarquía que ejerce un
poder despótico sobre la comunidad política” (La Política, 1279a2), y por ende deja a un lado
el interés común. A pesar de realizar un extenso tratado sobre la monarquía en su libro III de
La Política, rechaza este gobierno de uno sólo.
En segundo lugar, el filósofo expone otro gobierno justo llevado por un grupo, o
mejor dicho por los más sabios llamado Aristocracia –ἀριστοκρατία–: “…solemos llamar…
aristocracia al gobierno de unos pocos, pero más de uno, bien porque gobiernan los mejores,
o bien porque se propone lo mejor para la ciudad y para los que pertenecen a ella” (La
Política, 1279a3). Este régimen está compuesto de los hombres más sabios y virtuosos, los
cuales congenian entre sí y regentan a la comunidad política en pro del bien común.
Aristóteles señala también que este tipo de gobierno será preferible a la monarquía,
ya que es más difícil para ésta corromperse, debido a que es un gobierno de varios y no de
uno como sucede en las monarquías. No obstante, este tipo de régimen también corre gran
riesgo de caer en corrupción, en la Oligarquía ὀλιγαρχία “Y como la aristocracia tiende a
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atribuir la supremacía a los mejores ciudadanos, también se dice que las oligarquías están
formadas principalmente por los hombres de bien” (La Política, 1293b4).
Εs cuando se confunde la virtud y la riqueza, el poder y los vicios, y sobre todo se
antepone el bien personal antes que el colectivo. Al igual que la aristocracia, la oligarquía lo
compone sólo un grupo, pero no un grupo de virtuosos, por el contrario, son aquellos que
viven en opulencia egoístamente sin miras a un bienestar del colectivo. Este gobierno de unos
pocos puede corromperse siendo así, y de igual forma que la monarquía, descartada de las
mejores formas de gobierno según el autor.
Ya por último encontramos una forma de gobierno que no es asumido por un pequeño
grupo, ni mucho menos por uno sólo, antes bien es un gobierno llevado por una cantidad
considerable de personas en el cual rige la equidad
2
y el bienestar común, denominado
Politeia: “Cuando la mayor parte es la que gobierna atendiendo al interés común recibe el
nombre común a todos los regímenes: politeia” (La Política, 1279a3). Se pueden ver en
muchas de las traducciones de esta obra aristotélica la palabra república para designar este
tipo de gobierno, no obstante, este designa el vocablo griego ‘politeia’ πολιτεία que
significa el gobierno de las clases medias bajo una constitución y en concordancia con la ley.
De modo que república es la traducción más adecuada e inequívoca de politeia:
“Aristóteles, en definitiva, se inclina por un régimen mixto, una
república bien mezclada, que sea el más seguro y estable… El
promiscuo uso de los términos se acentúa por el hecho de que a este
régimen mixto, que no tiene nombre específico alguno, lo llama por
los momentos politeia, esto es, república” (GARCÍA, 1979: 99)
El filósofo destaca esta forma de gobierno como la más justa en todos sus ámbitos,
ya que en esta se hace partícipes la mayoría de las personas que componen una asociación
política y principalmente atiende a un bienestar común antes que al individual; rigiéndose
principalmente por las leyes elaboradas por este mismo régimen y teniendo como punto de
partida y fundamento lo que llama Aristóteles la Clase media
3
:
2
En este postulado político se ve muy marcada la concepción aristotélica del punto medio. Aristóteles procura
siempre un equilibrio entre la ley ideal y la realidad de las costumbres.
3
Este rmino es producto de la traducción griega que Aristóteles usa de distintas formas: μέσος y μεσοτής, para
expresar su postura en torno a la Clase Media.
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“El régimen mixto propiciado por el estagirita se basa en la llamada
clase media, la mejor para gobernar, esa que no es ni muy rica ni
muy pobre, la que da estabilidad a los gobiernos, obedece a las leyes
y no se deja llevar por la pasión. Independientemente de las más o
menos gratuitas suposiciones respecto de este grupo social, resulta
interesante la elaboración aristotélica, que es consecuencia de la
aplicación de su teoría del término medio.” (Ibídem: 99-100).
Sin embargo, al igual que la monarquía y la aristocracia, la politeia también tiene una
forma desviada, en el cual rige el interés del pueblo sin sentido alguno de justicia, prudencia,
templanza, sabiduría, en líneas generales sin un desenvolvimiento absoluto de la virtud. En
esta forma desviada rige la ignorancia y la desidia, y esta conlleva a la perdición del Estado
mismo, convirtiéndose así en una de las formas de gobierno desviadas junto con la tiranía
y la oligarquía denominada Democracia
4
(δημοκρατία): “La democracia atiende al interés
de los pobres… mas no atiende al provecho de la comunidad” (La Política, 1279b5).
Hay que aclarar en primer lugar, que el problema de la democracia para Aristóteles y
para la época helénica es principalmente la ignorancia del pueblo, ya que esta puede llevar a
la perdición del Estado. Este tipo de pobreza del que hace mención el autor no es sólo del
tipo material o económica, antes bien y en primera instancia refiere esta condición
paupérrima al plano del intelecto:
“…el alma ejerce sobre el cuerpo un dominio señorial, y la
inteligencia sobre el apetito un dominio político y regio. En ellos
resulta evidente que es conforme a la naturaleza y conveniente para
el cuerpo ser regido por el alma, y para la parte afectiva ser
gobernada por la inteligencia y la parte dotada de razón, mientras
que su igualdad o la inversión de su relación es perjudicial para
todos.” (La Política, 1254b6).
Aristóteles señala en primer lugar y con grandes influencias platónicas, que el hombre
está compuesto de alma
5
y cuerpo, y en este debe regir el alma sobre el cuerpo; es decir, el
4
De los vocablos griegos: δεμος: pueblo, κρατος: poder; es el gobierno llevado por el pueblo y durante muchas
épocas fue considerado como el gobierno de los más pobres. En el sentido en que aplica el término el filósofo
Estagirita no debe ser concebido como se entiende actualmente, ya que es entendido en sentido contrario al de
Aristóteles. La Democracia en la actualidad es de corte liberal, adjetivo acuñado post revolución francesa (Siglo
XVIII). El problema de esta democracia que señala el autor es la ignorancia.
5
Del griego ψυχή entiéndase este término en un sentido aristotélico, en primera instancia como la capacidad de
pensar y razonar de la persona. En el hombre debe regir la sabiduría y el entendimiento, es decir, el alma, antes
que el cuerpo (las pasiones y los vicios). Ahora bien, en el filósofo no existe una animadversión entre alma y
cuerpo, como en el caso de Platón (Cfr. Fedón, 62b).
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hombre debe estar envuelto de sabiduría, de conocimiento, y este debe ser el punto de partida
de la polis. Por tanto, este tipo de gobierno queda derogado por el filósofo debido a que en
éste no rige la sabiduría, por el contrario la ignorancia es el horizonte de este tipo gobierno.
No es contradictorio afirmar que este tipo de gobierno tiende a un bien individual
sabiendo que está compuesto por los pobres que son mayoría, ya que, este régimen
atendiendo a sus necesidades buscará a alguien que ellos considerarán como un líder, lo
tendrán por un caudillo, y por ser uno sólo en el poder buscará su propio bienestar antes que
el de los demás. En esto desemboca el problema de la democracia, en que la ignorancia que
rige este Estado llevará a que el pueblo escoja a un demagogo que no atienda a los asuntos
de la polis, y este a su vez vendrá a ser un tirano para esta asociación política; y antes que un
bien común para el Estado se propiciará la destrucción del mismo.
De la única forma en que Aristóteles propone evitar caer en este tipo de gobierno es
con la educación: “…toda comunidad política está compuesta por gobernantes y
gobernados… es evidente que la educación debe corresponder a esta distinción de
funciones” (La Política, 1332b1).
El filósofo propone la educación para que el demos, el pueblo ignorante, tenga
conocimiento acerca de los asuntos de la polis y puedan ellos formar parte del gobierno justo
y virtuoso de la politeia. Tanto la clase del demos luego de ser educado como la de los
aristócratas, deben fundirse en un sólo régimen en el que reine la equidad. En caso contrario,
es decir, sin la educación el pueblo no puede formar parte en la politeia ni mucho menos
gobernar.
Como ya se ha visto, Aristóteles hace gran énfasis en los tipos de gobiernos más
adecuados para la propiciación y ganancia del bienestar común del colectivo social, y rechaza
contundentemente aquellas formas de regímenes que puedan corromper o dañar este
objetivo: “Las desviaciones de los regímenes mencionados son: la tiranía de la monarquía, la
oligarquía de la aristocracia y la democracia de la politeia” (La Política, 1279b5). Por tanto,
el autor considera necesario la aplicación del gobierno adecuado para conseguir el bien
común que necesita y merece el Estado.
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2.2 Perspectiva Ética del Bien Común
Hay que recordar pues, que la Ética estudia el comportamiento debido de la persona
(individuo), y esta viene a ser la base de reflexión de la política la cual estudia el
comportamiento debido de los que habitan la asociación de individuos (colectivo). Y el autor
da mayor importancia a la política que a la Ética ya que: “el todo es necesariamente superior
a la parte” (La Política, 1253a13).
De este aspecto Ético hay que resaltar, en primer lugar, a lo que Aristóteles menciona
infinidades de veces a lo largo de todo su corpus philosophicus y que es el horizonte y
fundamento de todo individuo y de todo Estado y que el filósofo denomina Virtud. En su
obra Ética Nicómaco señala al respecto:
“Es... la virtud un modo de ser selectivo, siendo un término medio
relativo a nosotros, determinado por la razón y por aquello por lo que
decidiría el hombre prudente. Es un medio entre dos vicios, uno por
exceso y otro por defecto, y también por no alcanzar, en un caso, y
sobrepasar, en otro, lo necesario en las pasiones y acciones.” tica
Nicomáquea, 1106b35; 1107a0-5).
En pocas palabras, para el filósofo la virtud viene a ser un hábito selectivo que
consiste en un punto medio respectivo de la persona y el cual es determinado por la razón
misma. Y viene a ser el cimiento ético de todo su postular filosófico y el fin de todo Estado
junto con la felicidad. La virtud es la regla de vida por excelencia del hombre y del Estado
sin la cual estos no podrían desarrollarse plenamente.
Por ello, Aristóteles señala en esta obra una virtud indispensable para que esta
asociación de personas logra alcanzar el bien común y sin la cual esta no puede subsistir, que
no es otra cosa que Justicia. El autor concibe la justicia como la virtud fundamental y
necesaria del Estado sin la cual este puede perdurar, en primer lugar, debido a la influencia
de su maestro Platón, y en segundo lugar por su concepción equitativa de las cosas el punto
medio. Y bien señala el autor sobre la justicia que: “…las acciones justas… proceden sin
duda de la Virtud” (La Política, 1332a6); y es casi imposible que un Estado subsista sin esta
Virtud, ya que: “…es difícil que permanezca el régimen político constituido en contra de lo
justo” (La Política, 1332b3).
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De igual forma, como en el caso de la Virtud y específicamente de la virtud de la
justicia, hay otro aspecto Ético que es, junto con la idea de bien común, la cumbre del
pensamiento aristotélico: la Felicidad: “Decimos que la felicidad consiste en el ejercicio y
uso perfecto de la virtud, y eso no condicionalmente, sino absolutamente. Y entendido por
condicionalmente lo que es necesario, y por absolutamente lo que está bien” (La Política,
1332a5-6).
Por ello se afirma que la felicidad es el alma de la concepción aristotélica de bien
común ya que la felicidad es el sumo bien al cual toda persona tiende individual y
colectivamente. Una vez terminada esta pesquisa filosófica sobre las características del bien
común en la obra aristotélica, es conveniente analizar y escudriñar la concepción de Estado
según el filósofo de Estagira en su obra La política.
3. Aristóteles y el Estado
El Estagirita en La Política se esfuerza por hacer un tratado detallado y minucioso
acerca del Estado haciendo gran énfasis en el deber ser de este, tomando como ejemplo y
modelo las virtudes y debilidades de los otros Estados, desde los tipos de regímenes
imperantes en ellos hasta su composición territorial. Y es sabido igualmente, que el autor
refleja el surgimiento del Estado en vista de un fin que es bueno y que redunda en todos los
que lo conforman:
“Puesto que vemos que toda ciudad es una cierta comunidad y que
toda comunidad está constituida con miras a algún bien, es evidente
que todas tienden a un cierto bien, pero sobre todo al supremo, la
soberana entre todas y que incluye a todas las demás. Esta es la
llamada ciudad y comunidad política” (La Política, 1252a1).
Hay que tener presente para no caer en confusiones, que la palabra Ciudad es
traducido por muchos autores por la palabra griega Polis πόλις
6
, que su vez recoge la
noción de Estado
7
. Asimismo, el término Comunidad en el sentido en que lo aplicó
6
La pólis era para los griegos la forma perfecta de la sociedad civil; sus rasgos esenciales eran: extensión
territorial reducida, independencia económica (autarquía), y especialmente independencia política (autonomía).
7
Aunque algunos autores difieren de la traducción de Polis a Estado y recomiendan traducirlo por sociedad
política.
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Aristóteles, refiere la colaboración mutua y común acuerdo que los habitantes de un Estado
deben poseer.
Claramente señala Aristóteles, que el Estado surge en vista de algún bien, y el Estado
debe propiciarlo a todos los que hacen vida allí. Debe entenderse el Estado aristotélico como
un todo en el que las partes deben confluir mutuamente y residir armoniosamente para que
este viva plenamente.
Aristóteles en su obra señala de modo breve el surgimiento de dos sociedades que
figuradamente anteceden al Estado, que son la casa-familia y las aldeas: “…la comunidad
constituida naturalmente para la vida de cada día es la casa y la primera comunidad
formada de varias casas a causa de las necesidades no cotidianas es la aldea… la comunidad
perfecta de varias aldeas es la ciudad” (La Política, 1252b5-8).
Sin embargo, a pesar que el Estado aparentemente es la última de las formas de
convivencia que surge, este debe ser el primero y más importante entre todas estas formas de
comunidad, ya que Aristóteles en su obra resalta constantemente el carácter de supremacía
del Estado:
“De las varias formas de sociedad (familia, tribu, etc.) la del Estado
cronológicamente es la última en formarse, pero lógicamente es la
primera, ya que las otras formas de sociedad, de las más imperfectas
a las más perfectas, se desarrollan con el fin de actuar en el Estado,
sociedad en la que el individuo encuentra la plenitud de su vida
social” (SCIACCA, 1950:121)
De manera que, esta concepción aristotélica de Estado desemboca en el surgimiento
del bien común, cúspide de dicho postulado; sin embargo, para comprender plenamente esta
concepción de Estado de Aristóteles, conviene estudiar los diversos puntos de vista que este
autor tiene sobre el Estado. El filósofo concibe el Estado, en primer lugar, como un cuerpo
concepción orgánica, conformado por sus miembros que surge de forma espontánea
concepción natural, que está envuelto por la virtud concepción ética y está regido por
leyes concepción legal. De manera que, el filósofo Estagirita expone a lo largo de su obra
y de forma amplia y detallada su doctrina sobre el Estado.
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3.1 Concepción orgánica del Estado
Para los antiguos helenos el Estado era concebido como un todo en el que las partes
debían actuar correlacionadas y confluir hacia una misma finalidad. Aristóteles señala, en
primer lugar, que el Estado es un todo que es superior a las partes, de aquí que mayor
preminencia a la Política que a la Ética; y seguidamente señala que todas las partes del Estado
se diferencian entre sí y se definen por sus funciones y cualidades:
“Por naturaleza, pues, la ciudad (Estado) es anterior a la casa y a
cada uno de nosotros, porque el todo es necesariamente anterior a la
parte. En efecto, destruido el todo, ya no habrá ni pie ni mano, a no
ser con nombre equívoco, como se puede decir una mano de piedra:
pues tal será una mano muerta. Todas las cosas se definen por su
función y por sus facultades” (La Política, 1253a13-14)
Sin el todo, las partes dejan de ser tales, igual en el caso de que las partes se separen
del todo, y del mismo modo ocurre con el Estado. Este cuerpo constituido por sus diferentes
miembros debe ser superior por su carácter unitario y complejo que lo hace ente supremo en
su totalidad.
Y estas partes o miembros que conforman este cuerpo se distinguen entre por sus
propias facultades, ya que una mano no es un ojo. Sin embargo, al faltar el ojo, la mano puede
tantear o tocar lo que el ojo no puede ver como en el caso de un ciego, y esto se logra
educando a la persona impedida esto lo aplica en el caso del demos, que por la educación
puede llegar a preocuparse e inmiscuirse de los asuntos del Estado, es decir formar parte de
la politeia:
“Y puesto que hay un fin único para toda la ciudad, es manifiesto
también que la educación debe ser necesariamente única y la misma
para todos… pues cada ciudadano es una parte de la ciudad, y el
cuidado de cada parte está orientado naturalmente al cuidado del
todo” (La Política, 1337a25-30).
Puede notarse, que esta concepción orgánica aristotélica es tenue, ya que por la
educación, los roles o las partes de un Estado pueden rotar y/o modificarse, sin atenuar ni
afectar la razón de ser de estas partes que es el Estado, el cual es el órgano supremo.
3.2 Concepción natural del Estado
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La filosofía aristotélica siempre se ha caracterizado por su aspecto netamente
naturalista y este aspecto se ve claramente marcada a lo largo de las obras de este filósofo,
que a su vez tiene influencias de su padre Nicómaco el cual era médico y tenía una
concepción igualmente naturalista de la realidad.
El aspecto Político y más aún la concepción de Estado aristotélico no se ven libres de
esta perspectiva natural del filósofo. Aristóteles señala que el Estado nace de manera natural,
debido a que el hombre naturalmente está hecho para el estado: “De todo es evidente que la
ciudad es una de las cosas naturales, y que el hombre es por naturaleza un animal social” (La
Política, 1253a9).
Esta concepción natural del Estado radica primeramente en el hecho que el hombre
es un ser social o animal racional, que busca instintivamente hacer y vivir en comunidad, en
sociedad, rodeado de otros semejantes en donde este pueda desenvolverse; incluso ya desde
el vientre materno el hombre es un ente social por su estrecha relación y convivencia con su
progenitora.
Así pues, el hombre dotado de razón y palabra, es el que puede vivir en sociedad e
interpretar la realidad que envuelve a esta; encontrando también su plenitud en tal estado de
sociabilidad y no fuera de este, ya que: “… el que no pueda vivir en comunidad, o no necesita
nada por su propia suficiencia, no es miembro de la ciudad, sino una bestia o un dios” (La
Política, 1253a14). En consecuencia, el Estado posee su génesis en la naturaleza misma del
hombre.
3.3 Concepción ética del Estado
Para Aristóteles la Política tiene como objeto de estudio y de acción al colectivo, es
decir a una sociedad, y su finalidad es el bienestar de este colectivo y la felicidad de este
grupo de personas; de igual manera la Ética tiene un objeto de estudio y una finalidad pero
es diferente al de la política, ya que, este tiene como objeto de estudio al hombre en su
singularidad, es decir al individuo y su fin es llevar al comportamiento debido o correcto de
la persona; y como ya es sabido, la Política está por encima de la Ética según el filósofo.
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Sin embargo, Aristóteles concibe al Estado también desde una perspectiva Ética en la
cual la Política debe estar cimentada, y si cierto es que la Política busca el bienestar y propone
el debido comportamiento del colectivo, es necesario primeramente ocuparse del modo de
proceder del individuo tomando como punto de partida la vida envuelta por la virtud de cada
individuo que conforma el Estado: “En efecto, es imposible que la ciudad (Estado) se
componga enteramente de hombres buenos, pero cada uno debe realizar bien su propia
actividad, y esto depende de la virtud” (La Política, 1276b5).
Claramente lo señala el autor, aunque no todos los hombres de un Estado puedan ser
buenos por mismos deben realizar bien su labor, y esto depende de la virtud de cada
individuo. Aristóteles hace hincapié en este aspecto, ya que la virtud va depender del rol que
desempeñe la persona en el Estado:
“Aunque los marineros son desiguales en cuanto a su función (uno
es remero, otro piloto, otro vigía y otro tiene otra denominación
semejante), es evidente que la definición más exacta de cada uno será
propia de su función, pero al mismo tiempo una cierta definición
común se adaptará a todos. La seguridad de la navegación es, en
efecto, obra de todos ellos, pues a este fin aspira cada uno de los
marinos. Igualmente ocurre con los ciudadanos; aunque sean
desiguales, su tarea es la seguridad de la comunidad, y la comunidad
es el régimen. Por eso la virtud del ciudadano está forzosamente en
relación con el régimen” (La Política, 1276b2-3).
De manera que, Aristóteles señala que la virtud no es la misma entre todos los
ciudadanos de un Estado ya que esta dependerá en gran medida, del papel que se desempeñe;
como en el caso de un gobernador, un legislador y un artesano, sus virtudes no son las
mismas. De modo que la labor que se realice en el Estado debe hacerse lo mejor posible, ya
que aunque no todos trabajen en una misma condición y un mismo nivel, su finalidad es la
misma: el bien común. En definitiva, es indispensable velar por el comportamiento de cada
individuo para llevar a feliz curso el rumbo del Estado.
3.4 Concepción legal del Estado
Como ya se ha visto, la virtud de la Justicia es indispensable en una asociación
política, más aún para la realización del bien común, y por ella deben regirse todos los
hombres; sin embargo, no todos se rigen por esta virtud, sino que van en contra de esta
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sobre todo en las formas de gobierno desviadas según el autor, perturbando la prosperidad
del Estado mismo, por ello existen las leyes.
Y en esto los griegos hicieron gran innovación, ya que por la ley los hombres pueden
encaminarse bajo los preceptos de la virtud y la moral. Bajo esta perspectiva, Aristóteles
desea refundar esta concepción legal del Estado en pro del bienestar del mismo,
considerándolo primeramente inherente en la condición de animal racional del hombre:
“Pues así como el hombre perfecto es el mejor de los animales, así también, apartado de la
ley y de la justicia, es el peor de todos” (La Política, 1253a15). Es por esto que la ley es la
mejor de las soluciones según este autor, en primer lugar, porque el hombre al ser el primero
entre los animales es el último que vive sin las leyes, ya que por estas puede llevar su
comportamiento debidamente y medirse en sus acciones.
En segundo lugar, apoya esta teoría legal por su condición contingente; es decir, las
leyes son cambiantes y pueden ir evolucionando y mejorando para aplicarlas al Estado según
su contexto, así estas redunden en un mayor bienestar del Estado: “Pero la ley, al educar a
propósito a los magistrados, les encarga juzgar y administrar las demás cosas con el criterio
más justo. Y además, les permite rectificarla en lo que por experiencia, le parezca que es
mejor que lo establecido” (La Política, 1287a5). Y en tercer lugar, la ley lejos de ser abstracta
es una Virtud, ya que esta conlleva a que se lleve a cabo la justicia en el Estado: “La justicia,
en cambio, es un valor cívico, pues la justicia es el orden de la comunidad civil, y la virtud
de la justicia es el discernimiento de lo justo” (La Política, 1253a16).
También señala Aristóteles, que es preferible ser gobernado por leyes elaboradas por
un grupo de personas que sirvan a la ley politeia, antes que una persona monarquía, un
grupo minoritario aristocracia, o una gran números de personas ignorantes de este tema
democracia–: “Por consiguiente, es preferible que mande la ley antes que uno cualquiera de
los ciudadanos, y por esa misma razón, aún si es mejor que gobiernen varios, estos deben ser
establecidos como guardianes y servidores de las leyes” (La Política, 1287a3-4).
Así pues, las leyes deben hacerse presentes en un Estado y velar por su debido
cumplimiento para el perfeccionamiento y prosperidad de este: “La ley, en efecto, es un cierto
orden, y la buena legislación es necesariamente una buena ordenación” (La Política, 1326a8).
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Y con esto Aristóteles presenta su concepción legal del Estado. Ahora bien, teniendo una
amplia visión de la concepción aristotélica de Estado y de sus diversas perspectivas, es
menester conocer y analizar la importancia de este postulado aristotélico en el Estado mismo,
partiendo de esta misma obra del autor.
4. Importancia e implicaciones del Bien Común en el estado según Aristóteles
Aristóteles no dudó plasmar en su teoría política la supremacía del Estado para
alcanzar el bien común, sin embargo, esto no es posible si el Estado no sigue algunos
parámetros o imperativos que encaminen a dicha asociación de individuos a propiciar tal
bienestar. De modo que es necesario conocer la importancia e implicaciones para alcanzar
este bien común en el Estado siguiendo esta perspectiva aristotélica.
4.1 Importancia del bien común en el Estado
Como se ha mencionado a lo largo de este estudio filosófico, Aristóteles pone al
Estado a la cabeza entre las demás formas de comunidad y entre el resto de los entes
habitantes en dicha asociación: “Así pues, es evidente que la ciudad (Estado) es por
naturaleza y es anterior al individuo” (La Política, 1253a14).
No obstante, la finalidad del Estado es el bienestar y la prosperidad de todos los que
componen tal sociedad de individuos. Recordemos pues, que el hombre en el Estado no sólo
satisface un aspecto natural por su tendencia a ser un animal social, sino que en este puede
desenvolver y desarrollar su virtud plena y enteramente, logrando así una vida feliz. Sin
Estado no hay virtud, menos aún felicidad.
Y en esto radica la importancia del bien común en el Estado: “La comunidad…
subsiste para el vivir bien” (La Política, 1252b8); sin miras a una prosperidad y plenitud de
vida, sin una perspectiva a un modo de vida armonioso y virtuoso, es probable que esta
asociación de individuos decaiga.
Aristóteles no vaciló, en sostener su postulado en planteamientos de carácter éticos
con miras de un bienestar colectivo. Señala en primer lugar que este bien común supone una
relación comunitaria, y esta implica una relación de amistad: “Todo es obra de la amistad,
pues la elección de la vida en común supone amistad” (La Política, 1280b13). Es importante
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el bien común, primeramente, por su visión y perspectiva ética, que conlleva específicamente
a la amistad.
En segundo lugar, puede notarse que este postulado es conveniente al Estado por las
formas apropiadas de gobierno, ya que: “Es evidente, pues, que todos los regímenes que
tienen como objetivo el bien común son rectos” (La Política, 1279a11); y todo lo contrario
sucede en las formas de regímenes desviadas. Al tender al bien común se propiciará un
gobierno adecuado, o por lo menos se evitarán las formas corruptas de regímenes.
Igualmente, se puede reconocer la importancia de esta postura aristotélica en la
comunidad doméstica, ya que esta permite regular el mandato del padre de familia a todos
los integrantes de una casa
8
: “El gobierno de los hijos, de la mujer y de toda la casa, que
llamamos administración doméstica, o se ejerce en interés de los gobernados o por algún bien
común” (La Política, 1278b7). De modo que el bienestar colectivo se inicia primariamente
en la familia. Ya se ha observado brevemente la importancia de este bienestar social en el
Estado según Aristóteles, es oportuno a continuación estudiar las implicaciones del bien
común en el Estado.
4.2 Implicaciones del bien común en el Estado
La plena realización de un Estado conlleva, primeramente a cumplir una serie de
normas y deberes que propicien tal fin, de manera que se paulatina y progresivamente.
Por ello hay ciertas implicaciones que deben destacarse al momento de estudiar este
postulado aristotélico de bien común.
4.2.1 Implicaciones antropológicas
El Estado es en primera instancia la conformación y comunión de ciertos individuos
para el goce pleno de la vida; esto sin embargo, no puede concebirse fuera de una perspectiva
antropológica debido a que el hombre es el ser dotado de inteligencia y razón, y es el actor
principal del Estado. Bien lo expone el estagirita en su obra: “La ciudad (Estado), en efecto,
8
Esto es aplicado a la casafamilia de la antigua Grecia. Lo implementa el filósofo en su apartado sobre el
Estado ideal para regular, sobretodo, el régimen despótico del padre de familia. Aunque, como ya es sabido, el
padre es el que tiene la autoridad, la voz y el voto en dicha asociación, e incluso en el Estado.
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es una cierta multitud de ciudadanos” (La Política, 1274b2), sin la unión de todos estos
individuos el Estado perdería su razón de ser, dejaría de ser llamado asociación.
El hombre, de igual modo, iría en contra de su naturaleza fuera del Estado, ya que
este tiende instintivamente a esta asociación de individuos según Aristóteles, y este no
podría desenvolverse plenamente. Es inconcebible pensar al Estado sin el hombre, y
viceversa. Es menester tener claridad en relación al pensamiento de este autor en cuanto a su
visión antropológica, ya que esta es inherente a su postulado de bien común.
4.2.2 Implicación autárquica
Partiendo de la teoría aristotélica, todo Estado que busca la prosperidad o el bien de
todo el colectivo debe sustentarse y abastecerse a mismo de modo que no sea vulnerable
al ataque de otra nación y pueda destacarse entre el resto de los Estado. Por ello Aristóteles
destaca el carácter primordial de la Autarquía
9
en un Estado.
Esta condición autárquica del Estado es primordial para que este alcance su pleno
desarrollo y por ende la felicidad, ya que en la medida en que un Estado es autosuficiente y
autónomo, es prospero su porvenir: “… llamamos ciudad, por decirlo brevemente, al
conjunto de tales ciudadanos suficientes para vivir con autarquía” (La Política, 1275b12).
Ciertamente la condición autárquica del Estado va en miras al bienestar de dicha
asociación, y así como es equívoco desligarla de la idea de Estado, es también equívoco
desligarla de la idea de bien común. Es preciso señalar este aspecto ya que el bien común va
en miras de una vida autosuficiente en relación también a la virtud y prospera, y la
autarquía de igual forma no sería tal sin el bien común: “… la ciudad… es una comunidad
de casas y familias para vivir bien, con el fin de una vida perfecta y autárquica” (La Política,
1280b12-13). Ya habiendo conocido la importancia e implicaciones del bien común en
Estado bajo la perspectiva aristotélica, es menester conocer la vigencia y perdurabilidad en
el tiempo de dicha teoría filosófico-política.
9
Del griego: ἀυτάρκεια, incluye el poseer lo necesario y lograr una vida feliz en un Estado.
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5. Consideraciones finales
Se conoce ya con mayor claridad lo que es el bien común, lo que este conlleva y su
papel protagónico dentro de una asociación de individuos que es el Estado. Pero es confuso
para algunos precisarlo hoy día en una sociedad envuelta por diversas corrientes que atañen
a esta postura aristotélica como son el individualismo y el materialismo, que sin duda alguna
reprueban el bien común y lo categorizan como un mero ideal cristiano o una utopía.
Conociendo esto cabría preguntarnos: ¿Está acaso obsoleta o desfasada la postura aristotélica
de bien común en la actualidad? ¿En algún sentido la asociación política propicia este
bienestar actualmente y específicamente en este país?
En el acontecer político actual el bien común ha sido tema de discusión de múltiples
disputas y debates socio-políticos, y a partir de esto se podría considerar que el postulado
aristotélico es vigente en nuestros días, ya que en el Estado se encuentran al igual que la
propuesta aristotélica diversas aspectos que propician y encaminan el Estado al bien común,
entre las que destacan una forma de gobierno, adecuadas leyes, y la participación de la mayor
parte de la ciudadanía en los asuntos políticos.
Sin embargo, en nuestros días se ha perdido el horizonte de la acción política en
muchos contextos sociales, a tal punto que la han degradado a unas meras opiniones
partidistas y fanáticas, y atendiendo a intereses propios, dejando atrás lo que significaba para
Aristóteles la más adecuada forma de organización de la sociedad y haciendo de esta todo
lo contrario. Por ejemplo, en el contexto latinoamericano vemos tristemente como cada vez
esta es asediada por la corrupción política, mayormente notable desde aquellos que detentan
el poder, que antes de buscar un bien colectivo buscan un bien personal: “La tiranía… muchas
veces no mira en nada al bien común, sino a su provecho personal.” (La Política, 1311a9). Y
por ello se habla de un bien común llevado a cabo de modo parcial.
Cabe destacar, que el bien común no puede objetivarse, es decir, no puede expresarse
en una acción o beneficio concreto y/o absoluto para toda la sociedad, ya que de esta forma
esto no tendría sentido en lo que a la praxis se refiere
10
; más que esto, el bien común es una
10
Sobre todo en el caso de un bien común parcial, sería irrealizable si este apuntara a un solo bien, a un solo
objeto, sabiendo que es imposible que la diversidad de personas que componen un Estado tiendan de manera
concreta e idéntica a un bien u objeto en específico.
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Revista de Artes y Humanidades UNICA 37
forma de convivencia, es una forma de sociedad y su plena realización la encuentra en la
equidad. Como lo señalaba Aristóteles: “…necesariamente la vida media es la mejor, por
estar el término medio al alcance de cada individuo”. (La Política, 1295a3).
De modo que, hablar de un bien común total, o absoluto es utópico e irrealizable.
Además, puede señalarse, desde una perspectiva crítica al pensador antiguo, que nunca va a
prevalecer el interés del Estado frente al interés individual, ya que el bienestar individual
antecede a todo tipo de bien. No obstante, el bien común es el norte de la asociación política.
Es una utopía que progresivamente se va dando en la praxis, y que es igual a un bien común
parcial como ya se ha referido anteriormente.
Ya corresponde a cada individuo que hace vida en un Estado propiciar este bienestar
desde la misma cotidianidad, teniendo presente primeramente y en contraposición al
individualismo, una ética de la alteridad, es decir el reconocimiento del otro por uno mismo;
en segundo lugar obrar coherentemente a la virtud en el Estado, en otras palabras hacer vida
una ética del ciudadano que implique responsabilidad y recto proceder en su obrar; y en
tercer lugar educar en una ética de la polis de modo que se propicie este bienestar a todo el
colectivo. El bien común es tarea de todo individuo que conforma alguna asociación política.
Referencias
- Aristóteles (1988). La Política, Biblioteca Clásica Gredos, Madrid.
- Aristóteles (1988). Ética a Nicómaco, Biblioteca Clásica Gredos, Madrid.
- García Venturini, J (1979). Politeia, Editorial Troquel, Buenos Aires.
- Platón (1988). Diálogos III: Fedón, Banquete, Fedro. Biblioteca Clásica Gredos, Madrid.
- Sciacca, F (1950) Historia de la filosofía, Editorial Luis Miracle, Madrid.
- Ramos, J (2015) “Capítulo X. Estado y Bien Común: Una aproximación ético-política desde
la perspectiva aristotélica en Panorama latinoamericano: Perspectivas desde la reflexión
geopolítica. Universidad Privada Dr. Rafael Belloso Chacín, Maracaibo, pp 269-292.
- Ramos, J. (2016) “Concepción aristotélica de Estado” en II Jornadas de Reflexión
Filosófica. En el marco del día mundial de la Filosofía y del Año de Aristóteles, declarado
por la UNESCO en conmemoración de los 2400 años de su nacimiento. Universidad Católica
Cecilio Acosta, Maracaibo, pp 25-32.
REVISTA DE ARTES Y HUMANIDADES UNICA
Nº 53 Vol.25 2024 - 2 (Julio Diciembre)
Publicación en formato digital a cargo del Fondo Editorial de la
UNIVERSIDAD CATÓLICA CECILIO ACOSTA. Maracaibo-Venezuela
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