Ortigoza, E. Discurso de Orden
495° Aniversario de la Fundación de la Ciudad de Maracaibo
8 de septiembre de 2024
160 Revista de Artes y Humanidades UNICA, Volumen 25 Nº53 / Julio-Diciembre 2024, pp. 153-161
Universidad Católica Cecilio Acosta – Maracaibo – Venezuela. ISSN: 1317-102X / e - ISSN: 2542-3460
Pensemos cómo están esos valores ciudadanos entre nosotros. Nos referimos a la
tolerancia, al diálogo, a la justicia, al respeto, al compromiso, a la solidaridad, a la libertad,
a la participación. Aquí tenemos trabajo abundante tanto para el sector público como para el
sector privado.
Debemos estar convencidos que por medio de la educación se forman las personas,
hombres y mujeres, competentes en todos los niveles, a nivel profesional y a nivel humano.
Es ilustrativo tener presentes las recomendaciones de María Montessori, ilustre médico y
pedagoga italiana, “…la sociedad humana sólo puede salvarse creciendo sobre dos pilares:
la educación y la infancia… Sembremos en los niños ideas buenas, aunque no las entiendan.
Los años se encargarán de descifrarlas en su entendimiento y de hacerlas florecer en su
corazón”. Lo mismo se podría decir de las comunidades y grupos sociales. Sembremos en
ellas las ideas buenas y rectas con la esperanza cierta de que van a florecer.
Traigo una idea del filósofo francés Roger-Pol Droit, quien nos recuerda que las
personas debemos ser capaces de escuchar y dialogar entre nosotros. Siempre partiendo del
principio de que “el dialogo no es para nada un acuerdo y no es un consenso. Que existen
muchísimas cosas en las que discrepamos enormemente los unos de los otros, y que podemos
cuestionar las opiniones de los demás, con varias condiciones, la primera es saber escuchar,
y empezar por ceder la palabra al otro y dejarlo exponer sus argumentos y sus ideas. La
siguiente es que cada uno reconozca o entienda que hay una diferencia radical entre
oponerse a las ideas y atacarse como personas. Lo que hay que hacer es al menos reconocer
estos desacuerdos, ponerlos sobre la mesa y verlos de manera clara”.
El Papa Francisco nos ilumina al respecto. “Acercarse, expresarse, escucharse,
mirarse, conocerse, tratar de comprenderse, buscar puntos de contacto, todo esto se resume
en el verbo ‘dialogar’. Para encontrarnos y ayudarnos mutuamente necesitamos dialogar
(…). El diálogo persistente y corajudo no es noticia como los desencuentros y los conflictos,
pero ayuda discretamente al mundo a vivir mejor, mucho más de lo que podamos darnos
cuenta” (Encíclica Fratelli tutti, n. 198)