Revista de Artes y Humanidades UNICA
Volumen 26 54 / Enero-junio 2025, pp. 127-140
Universidad Católica Cecilio Acosta Maracaibo - Venezuela
ISSN: 1317-102X e ISSN: 2542-3460
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Internacional (CC BY-NC-SA 4.0)
https://creativecommons.org/licenses/by-nc-sa/4.0/
Ética ecológica de la ecofraternidad.
Una visión desde la propuesta del Papa Francisco
SARMIENTO RAMIREZ, José Emilio
Universidad Católica Cecilio Acosta
Maracaibo-Venezuela
sarmiento.j17@gmail.com
DOI: https://doi.org/10.5281/zenodo.15825474
Resumen
El artículo analiza la ecofraternidad, como una propuesta ética ecológica del Papa Francisco.
Para lograr tal fin, partimos de la premisa, que la crisis ecológica y social en la cual vivimos, se
debe al saber hegemónico-logocéntrico y al paradigma tecnocrático sobre la ecología; estas
herramientas de dominio, se encargan de programar al hombre en un sujeto antropocéntrico y
ecocida, que sólo ve en la naturaleza un objeto y un recurso a su servicio. Acá, se consolida la
insensibilidad e injusticia humana, al olvidar que comparte su existencia con los otros y la
naturaleza. Los hallazgos derivados del método hermenéutico-documental, refieren la necesidad
de impulsar una ética ecológica desde la ecofraternidad, la cual ve la casa común como un
hermano al que debemos cuidado, respeto y comunión espiritual.
Palabras clave: Antropocentrismo; Ecofraternidad; Ecología integral; Ética ecológica;
Biocentrismo.
Recibido: 16-01-2025 Aceptado: 08-05-2025
Ecological Ethics of Ecofraternity.
A vision from the Proposal of Pope Francis
Abstract
The article analyzes ecofraternity as an ecological ethical proposal of Pope Francis. To achieve
this end, we start from the premise that the ecological and social crisis in which we live is due to
the hegemonic-logocentric knowledge and the technocratic paradigm on ecology; these tools of
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domination are responsible for programming man in an anthropocentric and ecocidal subject,
who only sees nature as an object and a resource at his service. Here, human insensitivity and
injustice are consolidated, as we forget that we share our existence with others and with nature.
The findings derived from the hermeneutic-documentary method, refer to the need to promote an
ecological ethic from the ecofraternity, which sees the common home as a brother to whom we
owe care, respect and spiritual communion.
Keywords: Anthropocentrism; Ecofraternity; ecological spirituality; Ecological ethics;
Biocentrism.
Introducción
La crisis ecológica tiene como agente causal la acción del hombre, quien es heredero del
saber hegemónico y el pensamiento racionalizador, que sustentado en lo técnico e instrumental
puede tener consecuencias positivas, porque se desarrollan tecnologías y prácticas que
promueven la sostenibilidad. Pero, también puede tener un impacto negativo, al llevar a la
sobreexplotación de recursos, de la naturaleza y la pérdida de la biodiversidad. De ahí que, para
el papa Francisco, no hay dos crisis separadas, una ambiental y otra social, sino una sola y
compleja crisis socio-ambiental (LS, 139) que afecta tanto la biosfera como la humanidad.
En medio de esta problemática, surge la necesidad de una ética ecológica que examine las
relaciones entre los seres humanos y su entorno natural, promoviendo una ética ecológica para la
conservación de los ecosistemas. Para Savater (2000), la ética en general, le interesa como vivir
bien la vida humana, la vida que transcurre entre humanos, pues vivir la vida sin un sentido ético,
es malgastar lo humano de la vida (p115). Entonces, se hace necesario el uso de la ética en
nuestras acciones.
En esencia, el propósito de la presente investigación, es realizar una reflexión sobre la
necesidad de una ética ecológica de la ecofraternidad. “El auténtico desarrollo humano posee un
carácter moral y supone el pleno respeto a la persona humana, pero también debe prestar
atención al mundo natural” (LS, 5). El desarrollo debe ser sostenible y equilibrado,
reconociendo que la salud y el bienestar de las personas están intrínsecamente ligados a la salud
del planeta.
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Por ello, el desarrollo humano debe ser integral, abarcando tanto el respeto por las
personas como la protección del medio ambiente. Para Sánchez (2011 p.126) la ética ecológica
no solamente es un discurso, sino la plenitud de nuestra existencia cotidiana, porque a través de
esta, se desarrolla una moral que descubre nuestra conciencia ecológica, y sirve de protección y
conservación de todos los seres que integran el ecosistema.
Entre los tipos de ética ecológica que comenta Francisco en Laudato Si´, están el
antropocentrismo; que coloca al ser humano en el centro del universo, y el biocentrismo; que
reconoce la interconexión entre los seres vivos. Sin embargo, aunque ambas propuestas éticas
tienen como centro la vida; en el primer caso, la esencia es la vida humana; mientras la segunda,
es antropocéntricamente negativa, al considerar que este paradigma es impuesto.
Desde esta perspectiva, la ecofraternidad, se incluye dentro de la ética ecológica
latinoamericana; que para Sánchez (2014) comprende una acción liberadora por un fin de
bienestar común, de respeto y de preservación a la naturaleza” (p, 28). Esta acción liberadora,
promueve un sentido de comunidad y colaboración, desde donde se actúa para mejorar la calidad
de vida de todos, al respetar y proteger la casa común.
La propuesta ética de la ecofraternidad, es fundamental porque impulsa la necesidad de
una fraternidad para cuidar el planeta y ser solidarios con los más vulnerables. Además, sugiere
que, el “mundo es algo más que un problema a resolver, es un misterio gozoso que
contemplamos con jubilosa alabanza”. (LS, 12). Esto implica que hay una belleza en la
existencia, que va más allá de lo que podemos entender a simple vista.
La investigación se aborda desde el método hermenéutico, que sirve de base para la
revisión profunda e interpretación del fenómeno de la ecofraternidad, expuesto por el discurso de
Francisco en la Enciclica Laudato Sí´ (2015). A partir de este punto, el trabajo, está dividido en
tres momentos, el primero aborda la problemática ecológica; el segundo explica la concepción
sobre la ecología en fraternidad (ecofraternidad) y el tercero expone la ética ecológica desde la
ecofraternidad.
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Concluimos en la necesidad de impulsar una ética ecológica de la ecofraternidad, para así
establecer una interrelación fraternal, que invite a apreciar y celebrar la importancia de cada
factor biótico y abiótico que conforma la casa común.
1.- La crisis ecológica desde la ausencia de una ética ecológica fraternal
En la actualidad, hay una crisis ecológica profunda que se está haciendo evidente a
través de ciertos eventos o cambios ecosociales. Esta crisis, se debe a una eclosión o una
manifestación externa de la crisis ética, cultural y espiritual (LS, 119). Tal manifestación
sugiere que hay una explosión o un surgimiento repentino de esta crisis, que se muestran en el
comportamiento, las actitudes o las situaciones de la vida cotidiana.
Evidentemente, para Francisco el ser humano no es plenamente autónomo. Porque su
libertad se enferma cuando se entrega a las fuerzas ciegas del inconsciente, de las necesidades
inmediatas, del egoísmo, de la violencia (LS, 105). Esta enfermedad tiene como agente causal,
el discurso hegemónico del saber logocéntrico, impuesto a través de los contenidos y programas
dentro de las academias.
Como consecuencia, es necesario mencionar el pensamiento racionalizador de Descartes y
luego el de Newton, donde se resalta la objetivación de la condición humana y el desarrollo de
una experimentación cosificante con la naturaleza. A partir de los pensadores mencionados, se
asignó la idea de que la naturaleza y el hombre se encuentran aislados. Al respecto, Castro-
Gómez (2007) advierte:
…el universo material es como una máquina en la que no hay vida, ni telos, ni mensaje
moral de ningún tipo, sino tan sólo movimientos y ensamblajes que pueden explicarse de
acuerdo con la disposición lógica de sus partes. No sólo la naturaleza física, sino también
el hombre, las plantas, los animales, son vistos como meros autómatas, regidos por una
lógica maquínica. Un hombre enfermo equivale simplemente a un reloj descompuesto, y
el grito de un animal herido no significa más que el crujido de una rueda sin aceite. (p;
83)
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En tales contextos, se impulsa un saber racionalizador desarticulado sobre la naturaleza,
todo se reduce a procesos automáticos y deterministas. Además, esta visión fría y racional del
mundo, hace a un lado lo afectivo y experiencial, porque la naturaleza se convierte en un objeto a
ser explotado, para así cubrir las necesidades de la sociedad del consumo y del descarte.
La cultura del descarte, afecta tanto a los seres humanos excluidos como a las cosas que
rápidamente se convierten en basura (LS, 22). Por ejemplo: la rápida obsolescencia de
dispositivos genera toneladas de desechos electrónicos, muchos de los cuales contienen
materiales tóxicos. En este devenir, nuestro autor, con mira al pasado y de cara al futuro, en
Laudate Deum (2023) agrega:
Basta pensar en las tecnologías “admirables” que fueron utilizadas para diezmar
poblaciones, lanzar bombas atómicas, aniquilar etnias. Fueron momentos históricos
donde la admiración ante el progreso no dejaba ver lo horroroso de sus efectos. Pero este
riesgo está siempre presente, porque «el inmenso crecimiento tecnológico no estuvo
acompañado de un desarrollo del ser humano en responsabilidad, valores, conciencia
[…]. (LD, 24)
El desarrollo humano y el crecimiento tecnológico desde la ecofraternidad, están en
desconexión, por ello, es necesario hacer una crítica en la forma en la que la humanidad ha
manejado los avances tecnológicos; no existe un crecimiento ético y moral paralelo con las
personas y el desarrollo tecnológico. Pero, ¿de cuál ética hablamos? Entre las éticas ecológicas,
que menciona nuestro autor, está y el antropocentrismo y el biocentrismo
El antropocentrismo, como modelo ético ecológico surge en el contexto del humanismo,
durante la transición de la edad media a la moderna, y coloca al ser humano en el centro de la
realidad, considerándolo como la medida de todas las cosas, prioriza sus intereses sobre los de
otros seres vivos, porque el valor de la naturaleza está en función de su utilidad para las
personas.
Una de las debilidades de esta postura, según Alvarado (2020) radica en asignar el
prestigio moral al hombre, quien ha desarrollado la técnica y la tecnología para transformar su
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entorno y apropiarse de este (p.11). Lo que ha llevado a la deshumanización, por el uso
irresponsable de la tecnología.
En otras palabras, desde la postura antropocéntrica, “la indiferencia o la crueldad ante las
demás criaturas de este mundo siempre terminan trasladándose de algún modo al trato que damos
a otros seres humanos” (LS, 92). A efectos lógicos, en la medida que las personas actúen como
unos ecocidas, también existe la probabilidad de que operen como homicidas.
Por otro lado, en relación al biocentrismo, este surgió a finales del siglo pasado, y
sostiene que todos los seres vivos merecen igual respeto y consideración moral,
independientemente de su capacidad racional y sentimental. Desde acá, se promueve la
protección del medio ambiente y el bienestar animal, abogando por prácticas sostenibles y
energías renovables.
El biocentrismo, se presenta, como un paradigma ontológico emergente, porque afirma
que la vida es la medida de toda realidad. A pesar de las ventajas que presenta el biocentrismo
en relación al antropocentrismo, el Papa Francisco sintetiza:
Un antropocentrismo desviado no necesariamente debe dar paso a un « biocentrismo »,
porque eso implicaría incorporar un nuevo desajuste que no sólo no resolverá los
problemas sino que añadirá otros. No puede exigirse al ser humano un compromiso con
respecto al mundo si no se reconocen y valoran al mismo tiempo sus capacidades
peculiares de conocimiento, voluntad, libertad y responsabilidad. (LS, 118)
El pasaje anterior, nos deja ver que no se puede exigir a las personas compromiso con el
mundo, porque, esto es algo que debe surgir de la comprensión y valoración de lo que significa
ser humano, para fomentar un crecimiento con el mundo. Si no se reconocen estas capacidades,
se corre el riesgo de deshumanizar a las personas, tratándolas como meros instrumentos, en lugar
de individuos con valor y dignidad.
En este orden de ideas, el paradigma de la complejidad de Morín (2000) señala que, el
antropocentrismo y biocentrismo, son dos paradigmas opuestos, que tienen la obediencia a otro
paradigma más profundo, el de la simplificación; desde donde se prescribe la reducción (de lo
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humano a lo natural) o la disyunción (entre lo humano y lo natural). Lo que imposibilita ver la
complejidad del todo.
En definitiva, surge la necesidad de emprender una ecología en fraternidad, que integre el
saber heterogéneo, tomando como referencias la ética del antropocentrismo y biocentrismo, para
así impulsar nuevas formas de pensar y actuar, en interconexión con la biosfera.
2.- La Ecofraternidad
El mundo deshumanizado reclama la emancipación y la construcción de la fraternidad;
desde donde se hace necesario un pensar holístico, abierto al conocimiento cognitivo y afectivo.
El pensar fraternal, eleva la vida de las especies y de los elementos que la conforman en una
dimensión de convivencia, para encontrar la plena realización, porque todo el daño que hagamos
al entorno, de la misma manera lo hacemos a nosotros.
La ecología y la fraternidad están interconectadas, en una convivencia armónica y
fraternal que impulsa la relación entre naturaleza y humanidad (sociedad y cultura) lo que
constituye la integridad, porque reconoce la interdependencia entre los seres humanos y la
biosfera. En este contexto la ecofraternidad constituye la integridad ecológica y la importancia de
las acciones del ser humano, porque impactan directamente con el mundo natural y viceversa.
La ecofraternidad es una ecología integral, con base a un saber heterogéneo, por ello, si
“queremos construir una ecología que nos permita sanar todo lo que hemos destruido, entonces
ninguna rama de las ciencias y ninguna forma de sabiduría puede ser dejada de lado, tampoco la
religiosa con su propio lenguaje” (LS, 63). Presenta un enfoque holístico que conecta diferentes
saberes y aspectos ambientales, sociales, económicos y culturales; para buscar soluciones a los
problemas ecológicos, y equilibrar la justicia social con el cuidado del medio ambiente.
De manera que, conforma un saber holístico, porque se toma en cuenta diferentes
saberes, a pues, la ecofraternidad hace a un lado los conocimientos fragmentarios y aislados
porque pueden convertirse en una forma de ignoranciasobre todo si se resisten a integrarse en
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una visión más amplia de la realidad. (LS, 138). Los saberes se integran para conformar lo
complejo.
En este orden de ideas, la ecofraternidad se enmarca en el paradigma complejo de
Morín (2000) el cual implica la comprensión de la objetividad y subjetividad; desde esta última,
la empatía invita a identificarnos y hermanarnos con los elementos que conforman la casa común
y apreciar la belleza del mundo que nos rodea. Para Francisco:
Todo está relacionado, y todos los seres humanos estamos juntos como hermanos y
hermanas en una maravillosa peregrinación, entrelazados por el amor que Dios tiene a
cada una de sus criaturas y que nos une también, con tierno cariño, al hermano sol, a la
hermana luna, al hermano río y a la madre tierra. (LS, 92)
Resulta interesante entender que todos los seres humanos somos parte de una misma
familia, unidos en un viaje compartido por la vida. Este viaje es descrito como una “maravillosa
peregrinación”, lo que sugiere que hay propósito y belleza en nuestra existencia. Al referirse a
estos elementos de la naturaleza como “hermanos” y “madre”, se enfatiza la importancia de
cuidar y respetar nuestro entorno, reconociendo que somos parte de un todo más grande. La
ecofraternidad, está relacionada con lo espiritual, y se centra en la conexión con la naturaleza,
promoviendo una conciencia que nace en el interior de cada individuo; quien debe ver la vida
como una experiencia compartida, donde el amor y la conexión con la naturaleza son
fundamentales.
En suma, esta ecología de saberes está conformada por lo afectivo, espiritual,
cosmovisional, ancestral, populares y lo científico. Por ello, al momento de analizar lo que es la
ecología para nuestro autor; es necesario poner atención al lenguaje científico-técnico con el
lenguaje popular, porque las culturas locales están relacionadas con el medio ambiente (LS, 143).
Así pues, se aborda la diversidad de saberes, tanto científicos, como populares, ancestrales y
además los dogmas de las diferentes religiones.
En este sentido, sería un error decir que la ecofraternidad es una ecología únicamente
religiosa, pero ciertamente, se fundamenta en la enseñanza de los textos sagrados e invita a un
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estilo de vida como el de San Francisco de Asís (patrón de la ecología) quien ve a los seres vivos
y no vivos, iguales a él; los llama hermanos y hermanas porque vienen de la misma causa.
Esta transformación personal, a la que nos invita el patrón de la ecología, se da desde lo
afectivo y conlleva a una afectividad comunitaria, veamos su ejemplo en el papa Francisco:
No puede ser real un sentimiento de íntima unión con los demás seres de la naturaleza si
al mismo tiempo en el corazón no hay ternura, compasión y preocupación por los seres
humanos…. Por eso se requiere una preocupación por el ambiente unida al amor sincero
hacia los seres humanos y a un constante compromiso ante los problemas de la sociedad.
(LS´91)
Así pues, no podemos realmente sentir una unión profunda con el mundo natural si no
tenemos también amor y compasión por las personas. Es como decir que nuestra relación con el
medio ambiente debe ir de la mano con nuestro compromiso hacia los problemas sociales y el
bienestar con los demás.
En resumen, se trata de cultivar una preocupación genuina tanto por la naturaleza como
por la humanidad, porque ambas están interconectadas. Busca entonces, transformar actitudes
hacia la tierra a través de experiencias espirituales, sin depender necesariamente de doctrinas
religiosas específicas.
3.- Ética ecológica de la Ecofraternidad
A lo largo del tiempo, hemos sido testigos de una creciente degradación moral, donde la
ética, la bondad y la honestidad han sido relegadas a un segundo plano, a menudo ridiculizadas
en favor de una superficialidad momentáneamente placentera, pero que ha demostrado ser
insatisfactoria y vacía. Al respecto, la ética ecológica proporciona un marco moral que guía
nuestras acciones y decisiones en relación con el medio ambiente, porque se promueve el respeto
por la naturaleza y la equidad social. Según Francisco:
Hace falta volver a sentir que nos necesitamos unos a otros, que tenemos una
responsabilidad por los demás y por el mundo, que vale la pena ser buenos y honestos.
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Ya hemos tenido mucho tiempo de degradación moral, burlándonos de la ética, de la
bondad, de la fe, de la honestidad, y llegó la hora de advertir que esa alegre
superficialidad nos ha servido de poco. Esa destrucción de todo fundamento de la vida
social termina enfrentándonos unos con otros para preservar los propios intereses,
provoca el surgimiento de nuevas formas de violencia y crueldad e impide el desarrollo
de una verdadera cultura del cuidado del ambiente. (LS, 229)
El pasaje invita a reflexionar sobre el valor de ser buenos y honestos, y de reconocer que
para construir un futuro más solidario y justo, debemos volver a sentir nuestra conexión con los
demás y la naturaleza, donde se enriquece la cultura del cuidado, para contribuir a la
construcción de un mundo más justo y compasivo.
De ahí que, la ética ecológica de la ecofraternidad se basa en la justicia social, la
sostenibilidad y la compasión; para hacer frente al inminente panorama al que nos enfrentamos,
porque la degradación ambiental, humana y ética están íntimamente unidas (LS, 56). Todos los
seres vivos están interconectados de manera que las decisiones que tomamos sobre el ambiente,
termina afectando al planeta y nuestra relación como seres humanos.
Es necesario entonces, que reconozcamos la importancia de la solidaridad y la
responsabilidad compartida. Por ello, el ethos de la ecofraternidad, busca la construcción de una
ética planetaria que valore, respete y honre la interdependencia de la vida en todas sus formas.
Para MAY (2004):
La naturaleza o la ecología es semejante a la ética porque pone en claro que toda la vida
está relacionada de modo integral dentro de una sola comunidad, que la calidad de la vida
depende de que se respeten y mantengan relaciones que posibiliten la vida (p.47)
De modo que, tanto la naturaleza como la ética están interconectadas en su esencia,
porque todos los seres vivos forman parte de una única comunidad, donde cada elemento tiene
un papel importante en el funcionamiento de todo, al igual que en la ética, porque la relación y el
respeto mutuo son fundamentales para una convivencia armoniosa y saludable entre los seres
vivos y su entorno.
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La ecofraternidad como propuesta ética ecológica, destaca la alianza de los seres
humanos con la tierra, ya que existe una profunda interconexión entre todos los seres vivos y el
planeta, pues cualquier acción de deterioro al medio ambiente, también impacta la vida humana y
viceversa. Esta interconexión nos recuerda que nuestras acciones tienen un impacto directo en el
entorno, porque somos parte de un ecosistema más amplio.
Sobre este particular, el ser humano, dotado de inteligencia y derechos inalienables, debe
respeto y reverencia hacia la naturaleza, debido a los delicados equilibrios que se dan entre los
seres que la conforman, porque cada uno tiene dignidad y derecho. Por esta razón, es importante
estar alerta para evitar caer en errores que pueden surgir de una interpretación incorrecta de los
derechos humanos y deluso contradictorio de los mismos. (FT, 111).
Siguiendo el análisis franciscano, la fraternidad va más allá de respetar las libertades
individuales y garantizar una equidad superficial, pues aunque son condiciones de posibilidad
no bastan para que ella surja como resultado necesario. La fraternidad tiene algo positivo que
ofrecer a la libertad y a la igualdad” (FT, 103). Es decir, promueve un vínculo más profundo
entre las personas que trasciende las meras condiciones sociales.
Así pues, desde la empatía se promueve una conexión emocional con la naturaleza y los
otros seres vivos; porque la calidad de vida, no solo depende de la existencia individual, sino de
cómo se respeten y cuiden las interconexiones, hacia los otros, la biodiversidad y la casa común.
Esto supone una mirada que este más allá de lo inmediato, porque invita a la contemplación de la
creación, a una sensibilidad por la crisis que enfrenta el mundo natural para sostener la vida.
La ecofraternidad como una propuesta ecología integral, es inseparable de la noción de
bien común, fraternidad, la justicia y la fidelidad a los demás un principio que cumple un rol
central y unificador en la ética social (LS, 156). Es necesario, el auténtico cuidado de nuestra
vida y de la relación con la naturaleza, todos los seres vivos están interrelacionados y el bienestar
de uno afecta el bienestar de todos.
Al respecto, esta relación se logra a través de la interculturalidad, que permite promover el
diálogo entre diferentes culturas y formas de conocimiento, reconociendo que cada comunidad
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pueda aportar valiosos aportes sobre cómo cuidar el planeta y promover un estilo de vida más
austero y sostenibles, al reconocer la dignidad de cada ser vivo.
No podemos dejar de decir que el deseo y la búsqueda del bien de los demás y de toda la
humanidad implican también procurar una maduración de las personas y de las
sociedades en los distintos valores morales que lleven a un desarrollo humano integral…
Es un fuerte deseo del bien, una inclinación hacia todo lo que sea bueno y excelente, que
nos mueve a llenar la vida de los demás de cosas bellas, sublimes, edificantes. (FT, 112)
En resumidas cuentas, la ética de la ecofraternidad se fundamenta en la contemplación,
compasión, y conexión espiritual con la naturaleza; que nos llama a atender el sufrimiento de la
tierra y de los más vulnerables. Este paradigama es universal, y promueve la justicia social, la
solidaridad, por aquellos que sufren las consecuencias del deterioro ambiental.
Conclusión
A través de este análisis, se puso de manifiesto la invitación del Papa Francisco en
reconocer la responsabilidad que tenemos como ciudadanos de la casa común, a cuidar el planeta
para las generaciones presentes y futuras. De manera que, se aboga por un enfoque que considere
no solo el bienestar de las comunidades más vulnerables afectadas por la degradación ambiental,
sino el bienestar de la biosfera.
La ecofraternidadad, hace un llamado a repensar las categorías tradicionales del
antropocentrismo y biocentrismo, ya que destaca la necesidad de un cambio de paradigma en la
forma en la que nos relacionamos unos con otros y con el mundo que nos rodea, adoptando una
perspectiva más positiva y agradecida, porque se fomenta una mayor conciencia sobre los
problemas ecológicos.
La propuesta ética de la fraternidad del Papa Francisco, invita a reconocer nuestra
interdependencia con el entorno. Ya que promueve una profunda conversión ecológica con los
otros seres humanos y organismos que habitan la casa común. Invita a reflexionar sobre la
responsabilidad que tenemos como humanidad de proteger la tierra para asegurar la continuidad
de esta; que debe ir acompañado de un compromiso fraternal, con la finalidad de cultivar
virtudes ecológicas como: cuidado, justicia, gratitud, humildad y espiritualidad.
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Asimismo, la ecofraternidad, como ética ecológica latinoamericana, pone de manifiesto
la necesidad de reconocimiento de las diferentes culturas, es decir la interculturalidad; para así,
incorporar la perspectiva de los derechos de los pueblos y las culturas, entendiendo que el
desarrollo de un grupo social supone un proceso histórico dentro de un contexto cultural. (LS,
144). De ahí que, es necesario entender los procesos de culturas, costumbres, creencias del
pasado, para adoptar saberes ancestrales sobre el cuidado de la casa común.
Como colorario, la ética ecológica de la ecofraternidad, se puede impulsar por medio de la
educacion que es la clave para impulsar el conocimiento sobre la ecología integral, pero además,
crear conciencia y promover valores sobre la cultura del cuidado y responsabilidad con la
naturaleza. Este saber se puede impulsar desde la escuela, la familia, la catequesis, y las casas de
formación religiosa; estos espacios deben estar comprometidos con la causa ecológica.
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REVISTA DE ARTES Y HUMANIDADES UNICA
Nº 54 Vol.26 2025 - 1 (Enero Junio)
Publicación en formato digital a cargo del Fondo Editorial de la
UNIVERSIDAD CATÓLICA CECILIO ACOSTA. Maracaibo-Venezuela
https://revistas.unicaedu.com/