Juárez Pérez, J. Educar para edificar y fomentar la ciudadanía del siglo XXI
Retos y desafíos de la educación: una mirada desde la fraternidad y el desarrollo humano integral
30 Revista de Artes y Humanidades UNICA, Volumen 24, Edición Especial 2023, pp. 28-34
Universidad Católica Cecilio Acosta – Maracaibo – Venezuela. ISSN: 1317-102X / e - ISSN: 2542-
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organización de la clase, la detección de un plagio e, incluso, en la propia concepción de la
didáctica y la aproximación al aprendizaje. La realidad virtual de inmersión pone al alcance
de las personas la comprensión de los hechos y situaciones desde una perspectiva novedosa.
Sin necesidad de salir de un salón de clases se puede acceder a un laboratorio de
neuropsicología o pasearse por los grandes museos del mundo, participar en una sala de
operaciones o revisar la geografía de un lugar al que en condiciones normales sería muy
difícil organizar una excursión o visita in situ con los estudiantes.
Lo cierto es que la tecnología, amparada por la ciencia, nos sumerge en una realidad
que desafía la educación del siglo XXI. Esta revolución tecnológica también trae consigo
otros desafíos para la sociedad. Los conceptos de productividad, pragmatismo, utilitarismo,
rentabilidad, son parte de un modelo que se ha ido extendiendo desde hace mucho tiempo
pero en las últimas décadas ha cobrado fuerza, desplazando voluntades y modificando
conductas. Es la crisis silente pero con importantes repercusiones en el modo en que nos
relacionamos, y en consecuencia, en el modo en que actuamos. Una de las consecuencias
de lo anterior es el debate sobre la pertinencia de las humanidades. En muchos espacios se
afirma que no tienen mayor importancia porque no influyen en el desarrollo tecnológico
que evidenciamos en muchos campos. La ciencia, cual visión prometeica, satisface las
demandas de la sociedad y encuentra soluciones casi inmediatas. Pareciera que el bienestar
lo consiguen las ciencias y la tecnología con los avances en salud, alimentación, etc. En
varias partes del mundo ya se siente el fenómeno de ofrecer más ciencias y menos
humanidades. Por ejemplo, en nuestro país ya no hay humanidades en bachillerato. Lo
mismo empieza a ocurrir en otras latitudes. Aparentemente no se ha discernido lo suficiente
de las consecuencias de tal decisión a largo plazo. De imponerse el paradigma actual, la
sociedad que se vislumbra estará alejada del desarrollo humano, finalidad de la educación.
El desarrollo humano implica, tal como declara Marta Nusbaum, una aptitud para
reflexionar sobre las cuestiones políticas que afectan a la nación, analizarlas, examinarlas,
argumentarlas y debatirlas sin diferencia alguna ante la autoridad o tradición; también tiene
que ver con una disposición de reconocer a otros como personas con los mismos derechos
que uno, aunque sean de distinta raza, religión, género u orientación sexual y contemplarlos
con respeto, como fines en sí mismos y no como medios. Hacer elecciones personales con
conocimiento de causa. En fin, tiene que ver con una aptitud para imaginar, para emitir
juicios críticos, para pensar en el bien común como un todo y concebir la propia nación
como parte de un orden mundial complejo.
Con lo dicho quiero decir que, además de un conveniente crecimiento económico
social, es necesario el desarrollo humano y en tal sentido, es fundamental el aporte que hace
la educación. Ella puede preparar al ser humano a afrontar de manera coherente los
cambios que se viven y darle sentido, apropiándose de ellos. Pero, con una pobre